El candidato también quiere cerrar las lagunas fiscales que han permitido que las grandes corporaciones no paguen impuestos, algunas de ellas culpadas por la crisis financiera; por eso es lógico que los votantes reconozcan en Obama a una opción atractiva.

La política económica y fiscal de Obama es redistributiva; como Robin Hood, quiere cobrar a los ricos para dar a los pobres. Si consideramos que en 2007 un hogar hispano tenía ingresos promedio de 38 mil 679 dólares, y que entre 2006 y 2007 en las familias en las que la cabeza del hogar era un extranjero (inmigrante) hubo una caída de 7.3% en su ingresos, es razonable concluir que con un poco de información los latinos persigan esos beneficios prometidos.

Cínicamente, hay que aceptar que la crisis económica favorece las aspiraciones del demócrata. No se puede obviar que la emergencia se desarrolló y explotó en un gobierno republicano. Esto a pesar de que el también demócrata Bill Clinton hizo las desregulaciones que permitieron los abusos de Wall Street. Pero la gente no tiene tanta memoria y ve en la administración actual a uno de los grandes responsables del desastre.

Por eso Obama se esfuerza en identificar la plataforma económica de su adversario, John McCain, con las políticas “fallidas” del presidente George W. Bush. El problema es que necesita el apoyo del voto latino en algunos estados clave para ganar la elección. La retórica ya la tiene, pero la conexión con los hispanos apenas es un trabajo en progreso.

Durante la elección primaria demócrata varios medios en español rompieron en llanto porque consideraban que la campaña de Obama no les hacía caso. El diario La Opinión, de Los Ángeles, fue uno de ellos. Tenían razón; Obama no invirtió tiempo y sólo pocos recursos en ganar la voluntad de los latinos. Al final perdió su voto con Hillary Clinton en una proporción superior a 2-1.

Hoy las cosas son distintas. Ya sin Hillary que le haga sombra, el también senador sabe que en estados como Nuevo México, Nevada, Florida y Colorado el voto hispano será crucial.

En Florida, Colorado y Nevada hay un empate técnico entre ambos candidatos. Estos tres estados aportarán 38 votos para constituir el Colegio Electoral; recordemos que EU tiene una democracia indirecta en la que los ciudadanos eligen a ese cuerpo electoral para que vote, bajo el mandato popular, por el presidente. Sólo Nuevo México se inclina a favor de Obama, lo cual se debe al apoyo intenso de su gobernador, Bill Richardson, quien es de origen mexicano.

Por eso Obama desarrolló un plan con un presupuesto de 20 millones de dólares en los estados del suroeste para convencer a los hispanos.

Las entrevistas que antes negaba a los medios en español ahora las ofrece. Este domingo se transmitirá una charla de Obama y su candidato a la vicepresidencia, Joseph Biden, con Univisión. En algunos extractos se ve a Obama y Biden diciendo lo mucho que entienden la importancia de los hispanos. Lo interesante sería saber si hay una oferta a las necesidades de esa comunidad.

Se usa el cliché “el gigante dormido” para referirse al voto latino, como si se tratara de una canción de Lupita D’Alessio. No es así. Los hispanos sí podrán inclinar el resultado electoral en los estados indecisos ya mencionados. Si bien es cierto que las circunstancias dan ventaja a Obama, bien haría en no subestimar a esta comunidad.

Los latinos son parte de la sociedad estadounidense pero también tienen agendas particulares. Si Obama de verdad quiere ser presidente, que haga una oferta clara y realista sobre inmigración, relaciones con América Latina, combate a las pandillas, promoción de la educación y entrenamiento para esta comunidad. Una entrevista y una foto comiendo tacos no serán suficientes.

Alanda@Tribune.com

Jefe de la página editorial del diario ‘Hoy’