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12/10/2008 | Mexico - Atajo de izquierda

Ricardo Alemán

¿Cuántas críticas recibió el plan emergente anunciado por el gobierno de Calderón para enfrentar la crisis financiera global? Algunos dijeron que fue “tardío pero aceptable”, otros reprocharon que sólo ante la emergencia “salió el dinero para una refinería”, en tanto que los más escépticos movieron la cabeza en tono afirmativo; fue una buena respuesta.

 

Todos aceptaron plan emergente

El otro “si no pueden, renuncien”

¿Cuántas críticas recibió el plan emergente anunciado por el gobierno de Calderón para enfrentar la crisis financiera global? Algunos dijeron que fue “tardío pero aceptable”, otros reprocharon que sólo ante la emergencia “salió el dinero para una refinería”, en tanto que los más escépticos movieron la cabeza en tono afirmativo; fue una buena respuesta.

Quieran o no, la respuesta de Felipe Calderón a una crisis mundial no sólo sorprendió a propios y extraños —a los dos extremos entre amarillos y tricolores—, sino que dejó sin mucha tela de dónde cortar a los extremistas que preparaban misiles contra el “gobierno espurio”.

Hoy se sabe que en las trincheras amarillas y tricolores se preparaba un intenso bombardeo contra un gobierno derechista de escasos reflejos para responder a la crisis, lento, incapaz de reaccionar como muchos esperaban, y cuyos voceros hacían el ridículo con expresiones como el “catarrito” a la economía mexicana, en un intento por mantener la calma de los sectores productivos y financieros y de la sociedad en general.

Por eso la urgencia del PRI, del ala moderada del PRD y hasta de “el movimiento soy yo” para que el Presidente se expresara sobre una crisis que ya tenía a muchos prendidos de la lámpara, y anunciara las medidas que tomaría el gobierno, especialmente frente a la urgencia de evaluar y aprobar el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos para el año electoral venidero: 2009.

CAMINO CONTRARIO

Pero cuando todos esperaban una receta clásica, al estilo de López Portillo, De la Madrid, Salinas o Zedillo, de dolorosos recortes en presupuestos, cancelación de la inversión pública, ajustes del cinturón de la población, inflación y elevación de impuestos, el gobierno de Calderón dio vuelta en sentido contrario. Tomó por la ruta izquierda.

Para enfrentar una crisis que no se parece a las más recientes que ha encarado México —de insolvencia de pagos, como la del “error de diciembre” en los primeros días de 1995, al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo—, Calderón lanzó un ambicioso proyecto de inversión pública, de reactivación económica y creación de empleos que deja ver un perfil de izquierda que, incluso, atrapó a moderados y radicales del PRD.

Sorprende que en una sociedad polarizada, cuyas heridas de 2006 aún no han sanado, su clase política opositora, que apuesta al fracaso del gobierno —por lo menos una porción del PRI emparentado con la llamada izquierda—, recibiera casi sin chistar el plan presentado por ese “espurio” gobierno de Calderón. ¿Dónde están los misiles que tenían preparados amarillos y tricolores? ¿Dónde está el equivalente al “error de diciembre” que suponían atraparía de nuevo a México?

Hoy no es posible saber cuál será el resultado del programa emergente. No se sabe cuál será la respuesta del Congreso, si será lo rápido que demanda la emergencia, si mañana no aparecerán inconveniencias que limiten los alcances del programa, o si su puesta en marcha —en la parte que no requiere de participación del Congreso— será efectiva. Lo que sí se sabe es que la reactivación económica que propuso arrebató banderas fundamentales a los opositores de PRI y PRD, y abrió la puerta para aprobar en los días que siguen la reforma petrolera.

CACAREAR EL HUEVO

Pero lo que pocos saben es que el paquete de medidas emergentes que anunció el Presidente para enfrentar la crisis no fue una reacción a bote-pronto, y menos una respuesta sobre las rodillas. El truco está en el diseño de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos que el gobierno preparó para 2009. Desde Hacienda se monitoreó la crisis hipotecaria de EU, su evolución y efectos en el mundo, y se hicieron cálculos y propuestas para enfrentar una embestida mayor contra la economía mexicana.

Existe una interrogante cuya respuesta podría explicar el tamaño de la audacia del gobierno de Calderón. ¿Por qué si hace apenas unas semanas se envió al Congreso la iniciativa de Ley de Ingresos y el Presupuesto no se propuso el ambicioso programa de inversión pública en esa iniciativa? ¿Por qué no apareció la construcción de una refinería, la millonaria inversión carretera…? ¿De dónde salió o saldrá ese dinero adicional?

El gobierno sacó un as de la manga que, a decir de especialistas, era parte del “parque” que tenía preparado para enfrentar a los opositores a la reforma petrolera. El anuncio de la construcción de una nueva refinería —falta ver la rebatiña entre gobernadores por llevarla a su territorio— y el reajuste en los pidiregas en Pemex no sólo fue una medida acertada, sino que enfiló la reforma petrolera por el rumbo correcto.

Pero si bien Calderón mostró un acierto al anunciar las medidas de su gobierno frente a la crisis global, existe un detalle: que ese mismo gobierno parece incapaz de “vender” a la sociedad lo que a los ojos de la clase política es un acuerdo. Calderón y su gobierno no conocen aún la estrategia de “cacarear el huevo”. Y en cambio, vimos al Presidente repetir su mensaje de la tarde del miércoles, la noche del jueves, en cadena nacional. La comunicación va mucho más allá de remachar sobre lo mismo.

Además, el Presidente, sus estrategas y los encargados del diseño de la comunicación parecen no entender que los ciudadanos, sobre todo los de a pie, en momentos de crisis requieren una explicación puntual de lo que pasa y lo que realiza el gobierno para enfrentar la crisis. Buena parte del problema está en la confianza o desconfianza de la sociedad.

LA OPINIÓN PÚBLICA

Pero en el otro lado —y más allá de la crítica que puede hacer la clase política— está la llamada opinión pública, cuyas leyes hoy están más vigentes que nunca en México y que no son otras que la crítica a los errores y dislates del gobierno, o el premio a los aciertos, y que serán determinantes frente a la crisis financiera, la respuesta del gobierno y del Estado todo y, especialmente, en la eficacia de esa respuesta. ¿A qué nos referimos?

Los ciudadanos no podemos dejar en manos sólo del gobierno, del Congreso, de las instituciones del Estado la solución de los efectos de la crisis financiera en México. Hoy más que nunca obliga la crítica, la sanción social, el empuje para que representantes populares y gobernantes den lo mejor que tengan. Y vale recordar a la familia Martí en otro momento crítico. Sea en una crisis de inseguridad o financiera global, “si no pueden, que renuncien”.

El Universal (Mexico)

 


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