Algunos creemos que en la propuesta de reformas políticas hecha por el gobierno hay elementos suficientes para inducir la formación de un gobierno de mayoría y de una Presidencia a la vez democrática y fuerte. Esos elementos son:
Primero, la segunda vuelta presidencial, que otorga la mayoría absoluta a un ganador.
Segundo, una elección del Congreso hecha junto con la segunda vuelta presidencial para que la mayoría del voto presidencial arrastre a una mayoría en la votación por el Congreso.
Tercero, la facultad presidencial de llamar a referendo para reformas constitucionales.
Cuarto, la facultad presidencial de enviar leyes de obligatoria deliberación y resolución con plazo fijo por el Congreso, y la entrada en vigor de la ley enviada si el Congreso no alcanza el acuerdo o la mayoría suficiente para cambiarla.
El otro tema clave de la parálisis institucional (y de la irritación pública) es que las reformas han dado poder a los partidos, pero se lo han quitado a los votantes, a los ciudadanos, y a los propios políticos dentro de sus partidos.
Algunos pensamos que es posible devolver ese poder a los votantes mediante algunos cambios:
Primero: reelección de los miembros del Congreso, para que el votante pueda premiar o castigar al legislador que no lo satisface, de modo que la carrera de legislador dependa fundamentalmente de los votantes y no de los partidos.
Segundo: la existencia de candidaturas independientes que ofrezca a los ciudadanos más opciones que las que pueden ofrecer en un momento dado los partidos.
Tercero, las ya mencionadas reformas de segunda vuelta presidencial, elecciones concurrentes del Congreso y referendo, que son, todas y cada una, ocasiones en que los ciudadanos pueden manifestar claramente su voluntad sobre quién quieren que sea su presidente, qué mayoría quieren en el Congreso y qué reformas de fondo quieren para su país, aunque los partidos políticos representados en el Congreso puedan no quererlas.
Todos esos elementos están o pueden derivarse en el proceso legislativo de las reformas propuestas por el gobierno, para garantizar los resultados que le urgen a nuestra democracia: gobiernos productivos y votantes con poder sobre la carrera y las decisiones de sus políticos.