Respecto de la seguridad, luego de un viaje de dos días de presentaciones y conferencias en Tamaulipas, en compañía de Jorge Castañeda, volví más convencido que nunca de que una solución posible al problema es la que Jorge y yo planteamos en nuestro ensayo Un futuro para México, publicado en noviembre de 2009 en la revista Nexos y vuelto hoy un libro del mismo nombre, que circula bajo el sello de Santillana.
El camino propuesto en ese libro es crear una policía nacional única, convertir la Secretaría de Gobernación en una Secretaría de Seguridad Nacional, separada de la negociación política; no perseguir el tráfico de drogas sino sus efectos criminales en la vida diaria —homicidio, secuestro, extorsión— y legalizar las drogas, acompasadamente con Estados Unidos.
El segundo tema que abordé con los senadores panistas fue el de la eficacia del gobierno, es decir, el hecho paradójico y desmoralizador de que tenemos un Estado nacional de incuestionable fondo democrático pero de inaceptable debilidad gubernativa. Hemos creado una democracia poco eficaz, que produce empates más que decisiones de gobierno.
Para mejorar la eficacia del Estado y del gobierno hay distintas recetas de reforma política, a menudo provenientes de intenciones dispares.
El debate sobre la reforma política suele empantanarse en la discusión de los ingredientes, perdiendo de vista a veces lo que cada propuesta quiere lograr.
Lo que busca la propuesta incluida en Un futuro para México es “fortalecer al Estado para que no sólo administre sino también gobierne y no sólo gobierne, sino también transforme”.
Buscamos un gobierno capaz de administrar, gobernar y transformar el país. Para ello es necesario salir de la lógica institucional de gobierno democrático débil que hemos creado, porque sólo un gobierno democrático fuerte podrá proponerse, con posibilidad de éxito, los cambios estructurales que el país necesita para despegar.
Sobre los detalles de las propuestas de seguridad y la gobernabilidad, abundaré en este espacio durante la semana.