Son parte de la llamada “nueva generación” de capos del narcotráfico. La mayoría están detenidos, dos murieron y otros dos de ellos ocupan actualmente la dirección criminal de su organización o cártel. Informes de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), Marina (Semar) y de Seguridad Pública federal (SSP), así como de la Procuraduría General de la República (PGR), los identifican como los sucesores en diversas organizaciones por sus ligas familiares con algún clan criminal, por su militancia e historial delictivo, o bien por la alta dosis de violencia imprimida a sus acciones.
De los también sucesores sólo dos se encuentran activos: Fernando Sánchez Arellano Félix, El Ingeniero, quien dirige el cártel de Tijuana, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Verdugo o El Lazca, quien encabeza a Los Zetas. Quienes se encuentran detenidos son Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; José Gerardo Álvarez Vázquez, El Indio; Harold Poveda Ortega, El Conejo; Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo; Vicente Carrillo Leyva; Sergio Villarreal Barragán, El Grande; Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo y Francisco Javier Arellano Félix, El Tigrillo.
Los capos que murieron y pertenecían a esta generación de jefes de las drogas eran Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, y Nazario Moreno González, El Chayo, de acuerdo con los reportes de todas esas dependencias y que señalan también que otras de las características de estos hombres es que salvo El Ingeniero y El Lazca quienes aún siguen prófugos, todos los demás han durado menos de 10 años en los puestos claves de las organizaciones criminales a las que han servido.
Juventud y violencia
No sólo la violencia distingue a la nueva generación de capos del narcotráfico. Todos menores a los 45 años y mayores de 30 años, tienen como característica el haber asumido tareas de dirección en la última década y estar hoy, como parte de la campaña gubernamental de lucha antidrogas, fuera de circulación al haber sido capturados por fuerzas militares o federales.
Un caso especial sería el de Iván Archibaldo Guzmán, El Chapito, quien luego de ser detenido fue procesado y absuelto, pero de quien actualmente no se sabe absolutamente nada.
De hecho, según informes oficiales, aquellos quienes se han mantenido vigentes son los jefes del narcotráfico considerados como los “históricos”, tal es el caso de Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, y Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, al final de esta lista se encontrarían Eduardo Costilla, El Coss, Héctor Beltrán Leyva, El H, y Jesús Méndez, El Chango, por cierto no los menos peligrosos.
Ellos son actualmente los líderes de los cárteles de Sinaloa, el de Juárez, de El Golfo, de los hermanos Beltrán Leyva y de La Familia Michoacana.
La cacería
El 11 de septiembre de 2004, podría marcarse como la fecha que inició la debacle de los “sucesores” o la “nueva generación” de jefes del narcotráfico, cuando fue asesinado Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, hermano más pequeño del también extinto Amado Carrillo Fuentes, El Señor de Los Cielos. Posteriormente, el 17 de mayo de 2005, se detuvo a Iván Archibaldo Guzmán, El Chapito, hechos vinculados como parte del rompimiento de la alianza de los clanes criminales del estado de Sinaloa.
En el momento en que se encontraba en franca caída el cártel de los Arellano Félix ocurrió el arresto de Francisco Javier Arellano Félix. Aquel 17 de agosto de 2006 se pensó que llegaba a su fin la dinastía de los Arellano Félix y que mantuvo el control del cártel de Tijuana por casi 20 años, pero meses después se conoció que uno de los sobrinos, Fernando Sánchez Arellano Félix, sería el sucesor.
Vendría el 22 de enero de 2008 la captura de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, lo que también significaría la ruptura total de las familias sinaloenses metidas al negocio del narcotráfico. A ello se sumaría el arresto de Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, ocurrido el 19 de marzo de 2009 y quien tras su captura en una de las zonas más exclusivas de la ciudad de México, fue extraditado a Estados Unidos.
El 2 de abril de 2009 se detuvo a Vicente Carrillo Leyva, hijo del extinto capo Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos. Se la capturó en una zona residencial de la ciudad de México, cuando se ejercitaba. Actualmente, está arraigado tras ser absuelto en dos procesos penales.
El 22 de abril de 2010 se detuvo a José Gerardo Álvarez Vázquez, El Indio quien junto con su compadre, Édgar Valdez Villarreal, también detenido el 30 de agosto de 2010, intentó conformar un cártel paralelo al de los hermanos Beltrán Leyva. Ambos rompieron con esa organización tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas o El Jefe de Jefes, muerte ocurrida el 17 de diciembre de 2009 en Cuernavaca.
A estos arrestos siguió el de Sergio Villarreal, El Grande, ocurrido el 12 de septiembre de 2010 en Puebla, y quien igualmente comenzaba a disputarse el control del cártel de los Beltrán Leyva con el jefe de ese clan familiar, Héctor Beltrán Leyva, El H.
El 5 de noviembre de 2010 el mayor proveedor de cocaína a México, el colombiano Harold Mauricio Poveda Ortega, El Conejo, fue detenido. A él se le seguía la pista desde octubre de 2008, cuando escapó de la llamada narcomansión del Desierto de los Leones, a instancias y bajo la protección de policías federales corruptos.
Finalmente, el 11 de diciembre de 2010, fue abatido por fuerzas federales uno de los jefes del cártel de La Familia Michoacana, Nazario Moreno González, El Chayo, uno de los hombres del narcotráfico más controvertidos. Este extinto capo de las drogas combinaba el fanatismo religioso con la violencia extrema, al grado de que ordenó la decapitación de varios de sus enemigos y sobre ellos dejó un mensaje: “Esto es justicia divina”.
