Pero, apenas pasamos a la pregunta ¿qué tipo de reforma laboral necesita el país? y empiezan los desacuerdos. Y es que pocos hablan de los puntos de vista que están en disputa, de la complejidad y los alcances del tema y que, en dado caso, tendrían que exponerse a la luz pública con objetividad para que se diera el debate que merece una reforma de esta naturaleza.

Porque debate y deliberación no ha habido. Se ha manipulado a la opinión pública desde el poder y se ha argumentado siempre una urgencia que termina siendo una excusa para imponer un punto de vista y evitar que se discuta democráticamente un tema que afecta a toda la población de nuestro país.

Lo que está en juego fundamentalmente es el futuro del autoritarismo en México o el paso franco a un proceso de construcción democrática de las instituciones que nos permitirán forjar un futuro mejor.

La reforma laboral tiene que ser expresión en primer lugar del México democrático que estamos esperando construir. Debería ser quizá la primera reforma para la transición democrática.

Pero lo que está en el aire es un deseo de profundizar el autoritarismo y la arbitrariedad en el mundo del trabajo. Un deseo de abaratar aún más a nuestra castigada clase trabajadora, un deseo por hacer oficiales las prácticas que han dejado más de 20 años de políticas "neoliberales". Porque lo que algunos poderosos empresarios y gobernantes quieren es que se pueda hacer permanente lo que se suponía, según los adalides del libre mercado, era el costo del "ajuste": empleo informal creciente, salarios mediocres que impiden un mercado interno que cubra a todos los ciudadanos, deshacerse de responsabilidades de solidaridad social como la formación y la capacitación productiva de los trabajadores, desaparecer el costo del despido -poner en la calle al trabajador sin un quinto de por medio-, ampliar las jornadas de trabajo sin aumento de salario, en fin, construir sindicatos a modo para un mejor control político y social de los trabajadores. A pesar de lo que se afirme, poco interesa la productividad en este enfoque. Lo que importa es someter a los trabajadores al arbitrio de quien los emplea y abaratar hasta límites inconcebibles la fuerza de trabajo.

¿Por qué esta miopía social? ¿Por qué persistir en actitudes propias de una clase criolla, más parecida a una clase colonial que a verdaderos capitalistas que ven hacia el futuro del siglo XXI que apenas inicia?

Desde nuestros sindicatos independientes hemos estado impulsando una iniciativa de reforma laboral que toma en consideración las distintas exigencias de un mundo del trabajo que quiere convertirse en el apoyo del desarrollo económico y social del país.

Queremos hacer competitivas a las empresas y queremos que esto se haga haciendo que nuestra fuerza de trabajo sea igualmente competitiva, con salarios dignos de una economía que pretende ubicarse entre las primeras veinte a escala mundial. Con condiciones de trabajo que permitan acceder a niveles de seguridad y de sanidad dignas de un país que se dice democrático; queremos sindicatos fuertes, con capacidad de negociación sobre el futuro de sus empresas y sus sectores; queremos que nuestros trabajadores participen de ese mercado que hoy solo aprecian en los escaparates y en sus televisores. Queremos que la justicia laboral sea una que se imparta fuera de las presiones perversas del dinero, que hacen del mundo del trabajo uno de los más injustos de nuestro país. Queremos hacer posible un nuevo pacto social entre el capital y el trabajo, que libere a la modernidad de las ataduras coloniales y oligárquicas que nos sumen en este enquistado subdesarrollo.

La propuesta de la UNT es una propuesta que pretende cambiar el mundo de trabajo y que propone convertir a las relaciones obrero-patronales en relaciones realmente democráticas. ¿Queremos la democracia? Entonces, demostrémoslo llevando la democracia a los distintos ámbitos de nuestra vida en sociedad. Queremos un mundo sindical libre de los sindicatos simulados y los contratos de protección.

Nuestra propuesta es integral y se encuentra entre las que deben de ser consideradas en el debate. Estamos convencidos de que es la más completa y la más comprensiva de la complejidad del mundo laboral.

Invito a todos los lectores a que compartan este proyecto y que exijamos un debate a fondo. Tenemos que acabar con la manipulación del tema por parte de nuestras autoridades laborales. Tenemos que presionar para que se termine con la simulación. ¿Qué legitimidad tiene discutir con unos cuantos sindicatos que han jurado lealtad con el único fin de postergar el debate, la discusión de propuestas y la decisión realmente democrática?

Presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores