No
obstante, deberá concurrir a un desempate frente a uno de estos tres candidatos
derechistas, que se disputan estrechamente el segundo lugar:
Keiko Fujimori, Alejandro Toledo y Pedro Pablo Kuczynski.
Pese a
la evidente moderación de su discurso, Humala asusta a las clases media y alta
peruanas y a los inversores extranjeros, que siguen pegados al Ollanta de la
campaña del 2006, cuando logró ganar en primera vuelta, pero fue derrotado en
la segunda por el actual presidente, Alan García. Ahora podría sucederle
lo mismo, ante una previsible alineación detodos contra Humala en el ballotage.
Hace
cinco años, Humala representaba la irrupción del chavismo en Perú. El
presidente venezolano, Hugo Chávez, no escondió su apoyo y financiación al
“buen soldado”, como lo llamó. Aparentemente, el giro es copernicano. “No
necesito que un extranjero me diga si soy buen o mal soldado, para eso está mi
tropa”, dijo Humala el viernes, fiel a su espíritu nacionalista, en una reunión
con la prensa extranjera.
No fue
un simple lavado de cara frente a los corresponsales. El candidato ha mantenido
esa tónica durante la campaña, lo que le ha valido subir desde el fondo de las
encuestas al primer lugar. Humala también ha cambiado estéticamente. Sustituyó
las camisetas rojas por el traje y la corbata. Y ahora no frunce el ceño, no se
enfada con nadie, no responde con exabruptos a las críticas más furibundas y no
pierde el tono constructivo y positivo que podría firmar cualquier político
moderno.
Además,
mostraba autocrítica en respuesta a una pregunta de La
Vanguardia sobre si considera que había cambiado en algo desde el 2006.
“Yo he cambiado bastante, he aprendido bastante en estos años de vida
política”, responde. “Perú ha cambiado; entonces, los políticos que no le han
tomado el pulso al país y que creen que el Perú del 2006 es el mismo Perú del
2011 son los políticos que se han quedado en el pasado y que todavía ven luchas
ideológicas, ven todavía el muro de Berlín de pie”, añade.
Las
respuestas de Humala son políticamente correctas. Se desmarca de todo aquello
que le aporte una pátina radical. Cuando le preguntan si es de izquierdas,
responde a la gallega: “¿Qué es la izquierda?”. “¿A qué izquierda se refiere
usted?”. “Aspiro con humildad a representar al pueblo peruano”. “Lo importante
es no ideologizar la campaña”.
Si le
inquieren por hipotéticas nacionalizaciones, contesta tranquilizando a los
empresarios. “La nacionalización es un concepto político, no es un concepto
económico; cuando hablamos de nacionalizar estamos hablando de establecer
políticas públicas”, indica. “Quiero descartar tajantemente cualquier política
de estatización, vamos a defender claramente el marco jurídico”, puntualiza.
“Vamos a
promover que haya más inversión extranjera que genere puestos de trabajo, que
respete el medio ambiente, que pague sus tributos, que genere transferencias
tecnológicas y que tenga buena relación con las comunidades”, añade Humala.
Perú
viene registrando un crecimiento anual del 7% en los últimos cinco años, con un
máximo histórico del 10% en el 2008.
Respecto
a los medios de comunicación, Humala asegura: “Vamos a respetar la libertad de
expresión, de prensa y de opinión en Perú. Aun con todo lo que nos diga la
prensa, es preferible una prensa así a tener una prensa parametrada”.
Esta
última respuesta es calcada a las que ofrecían el presidente de Brasil,
Luiz Inácio Lula da Silva, y su sucesora, Dilma Rousseff, durante la
reciente campaña brasileña. Y esta coincidencia no es casual. Humala sustituyó
a los asesores enviados por Chávez en el 2006, por dos asesores del brasileño
Partido de los Trabajadores, que llevan toda la campaña instalados en un hotel
de Lima. Humala se mira en Lula y en el “modelo exitoso” de Brasil, que “ha
logrado avanzar en el proceso de la inclusión social dentro del marco de la
democracia”.
Para
dejarlo claro, no duda en criticar a Chávez. “Su modelo no es aplicable en
Perú”, opina. “No creemos en la reelección, en el control de tipo de cambio, en
la dependencia del Banco Central por parte del Ejecutivo, nos comprometemos a
respetar la libertad de prensa”, agrega. “Son diferencias sustanciales, no
vamos a aplicar el modelo venezolano en Perú, y lo que tenemos que construir
los peruanos es un modelo propio”, concluye Humala.