La crisis económica aún no se vislumbraba cuando en el 2007 algunos nuevos mandatarios de izquierdas decidieron convocar para este año una nueva reunión de la Red Progresista, grupo informal de organizaciones políticas de diversos países que se han venido reuniendo periódicamente desde 1999 para analizar el escenario mundial desde su particular óptica.

El calendario ha querido que la cita, que se celebra entre ayer y hoy en la ciudad chilena de Viña del Mar, se produzca a escasos días de la cumbre del G-20 en Londres, donde se espera que los líderes mundiales aporten soluciones viables a la crisis.

Sin embargo, la reunión de Viña del Mar se parece más a una sesión colectiva de psicoanálisis político por parte de unos líderes que se autodenominan progresistas, aunque la apropiación de ese adjetivo sea cuestionada desde la izquierda y la derecha.

Previamente al inicio oficial anoche de la cumbre progresista, con una cena en el palacio de Cerro Castillo - residencia veraniega de los presidentes chilenos-,se celebró un seminario al que asistieron dos centenares de invitados que, según la organización, representan a la "intelectualidad progresista". En realidad, la mayoría de los participantes eran cuadros de partidos políticos.

El senador chileno Ricardo Núñez, presidente del Instituto Igualdad, organizador del seminario, declaró a La Vanguardia:"No pretendemos administrar el concepto de progresismo", en respuesta a las críticas que cuestionan que en la cumbre no estén presentes las posturas más izquierdistas representadas por el llamado "socialismo del siglo XXI" del venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales o el ecuatoriano Rafael Correa. "Tengo la impresión de que ellos mismos no se sentirían cómodos", dice Núñez, que reconoce que la actual dispersión de discursos progresistas no contribuye a aportar soluciones sólidas a la crisis.

"El mundo progresista no está teniendo visiones compartidas de cómo reestructuramos el nuevo momento que empieza a vivir la humanidad", sostiene Núñez, que, de paso, reconoce la "sobreideologización de la izquierda latinoamericana".

La mayoría de los mandatarios que asisten a esta exclusiva cumbre de líderes progresistas se volverán a ver las caras la semana próxima en Londres, empezando por el primer ministro británico, Gordon Brown, y siguiendo por el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la argentina Cristina Fernández.

Además, la cita constituye la primera incursión en Latinoamérica del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, que después de Chile viajará también a Costa Rica, para plasmar el incipiente interés que el presidente Obama está demostrando por la región. Biden es la auténtica estrella de esta cumbre, aunque ayer estuvo desaparecido casi todo el día pese a llegar en la madrugada del viernes a Viña del Mar.

La otra estrella, inesperada, es el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que el miércoles anunció por sorpresa su viaje relámpago a Chile, donde apenas estará diez horas. Llegará esta mañana y regresará a Madrid por la tarde. La secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, justifica el viaje como "un buen momento para compartir algunas de las cuestiones más preocupantes sobre la crisis". Jiménez aboga por "una vuelta a la política" yuna "respuesta coordinada" como fórmula progresista para salir de la recesión.