En el D.F., los segundos pisos no se caracterizaron por su transparencia. No conozco ningún estudio de costo-beneficio de esas obras y reservaron muchos de sus datos que, siguiendo las promesas de Andrés Manuel, deberían ser públicos. Uno de los graves errores de AMLO es prometer sin confirmar datos ni señalar de dónde sacarán los recursos para instrumentar las políticas que predica, como es el caso de bajar precios de gasolinas por decreto. La falta de sustentabilidad de sus programas ha llevado a que muchos ciudadanos, que razonan su voto, no tomen en serio sus promesas, pues aritméticamente no son correctas.

AMLO habló de reducir en 300 mil millones la burocracia del Gobierno Federal, siendo que la nómina total de ese nivel de gobierno es de 260 mil millones. Ni aun cerrando todas las secretarias y despidiendo al total de altos funcionarios, policías federales, marinos y soldados, lograríamos los ahorros que promete por ese concepto. La falla es de asesores que no corroboran los datos que le pasan.

Enrique Iglesias, quien era Secretario Ejecutivo de la CEPAL en Chile en 1972, contó que visitó al en ese entonces presidente Salvador Allende, unos días antes de morir. Allende le dijo apesadumbrado que los mayores enemigos de su gobierno eran los radicales de su propio partido. Esos mismos radicales serían uno de los principales problemas para López Obrador de llegar a la Presidencia.

AMLO no ha logrado estructurar un verdadero programa de izquierda moderna, que mueva a la clase media pensante que quiere avanzar, no regresar al pasado. Hasta ahora sus planteamientos implican conservar monopolios estatales, bajar artificialmente precios y mayores subsidios, políticas parecidas a las practicadas en los años 70 por el PRI y que ya fracasaron en todos los países donde se han aplicado.