El "modelo chileno" fue instalado a sangre y fuego hace más de tres décadas por la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) y perpetuado por los gobiernos democráticos de centro-izquierda que reemplazaron a ese régimen hace 16 años.

Bajo los lineamientos de un grupo de economistas formados en la Escuela de Chicago (Estados Unidos), la dictadura inició en 1975 el desmantelamiento del Estado y la profundización de las políticas de apertura comercial.

Solo entre 1985 y 1987, el traspaso de empresas públicas a manos privadas significó para el Estado una pérdida patrimonial de 2.209 millones de dólares, estimó hace dos años una comisión investigadora de la Cámara de Diputados.

Empresas como la Compañía de Teléfonos de Chile -hoy en manos de Telefónica España- multiplicaron su valor porque en manos del Estado "no valían nada", afirmaba hace algún tiempo el ex ministro de Hacienda de Pinochet, Carlos Cáceres.

Una de las pocas grandes empresas que los militares no vendieron fue la Corporación del Cobre (Codelco), la mayor proveedora mundial de este metal, que tiene un valor estimado de más de 24.000 millones de dólares.

"Este es el país más capitalista del mundo, el paraíso de la acumulación del capital", dijo a la AFP el economista Marcel Claude, que se define como independiente y desarrolla un trabajo vinculado con movimientos ecologistas.

"Aquí el capitalismo es neto, con un Estado que ni siquiera tiene un rol fiscalizador", sostuvo Claude.

"Las ideas fundamentales de los "Chicago boys" eran una copia del modelo norteamericano de capitalismo, el cual, como argumentó Anthony King, se caracteriza por el predominio de una ideología favorable al activo rol de los empresarios y de la empresa privada", escribía hace un año el analista Carlos Hueeus en el semanario "Siete más Siete".

A diferencia de lo que sucede con las economías de Europa, el Estado en Chile dejó de tener un rol fiscalizador para cumplir una función reguladora "sin tener la suficiente capacidad", indicó el economista Sebastián Ainzúa, de la Fundación Terram.

Los militares y sus asesores presentaron el modelo como una "economía social de mercado", pero en la práctica no optaron por desarrollar el mercado, sino por estimular la creación de empresas eficientes y productivas, como decenas de universidades o compañías que administran fondos previsionales para la atención de salud y las jubilaciones, según distintos análisis.

"Existe una disyuntiva entre lo que es el modelo y lo que es la estrategia, el énfasis", agregó Ainzúa a la AFP, al comparar el sistema aplicado en Chile con las economías "del bienestar" de los países de Europa del Norte.

Las bases del modelo que trajeron a Chile los "Chicago boys", inspirados en el pensamiento liberal de Milton Friedmann, no eran sin embargo tan nuevas porque sus orígenes se remontan al siglo XVIII, con las ideas de Adam Smith sobre las leyes del mercado.

Durante la última campaña política que culminó con la elección de la presidenta socialista Michelle Bachelet, en enero pasado, los partidos de la Concertación Democrática que la apoyan destacaron los avances del modelo: crecimiento económico de 6%, inflación de 3%, estabilidad social, nivel de pobreza inferior al 20% de la población y tratados de libre comercio con Estados Unidos, Europa, China y otros mercados.

Algunos sectores de la derecha opositora, partidarios del modelo, criticaron sin embargo la concentración del poder económico en pocas manos y la política del "chorreo", en desmedro de las pequeñas y medianas empresas (pymes) que carecen del apoyo de la banca y el Estado.

La Iglesia Católica denunció en cambio la "escandalosa" brecha entre ricos y pobres, que sitúa a Chile como uno de los países con menor equidad social del planeta.

Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 10% más rico de la población chilena se lleva 47% de los ingresos, mientras en el otro extremo el 10% más pobre sólo obtiene el 1,2%.