Sin embargo, la realidad es que estamos en presencia de una sucesión de mando, de un traspaso de poder, sin que haya ocurrido la desaparición física de Castro.

Una posibilidad también muy real es que la sucesión de poderes que por ahora ejerce ''provisionalmente'' Raúl se convierta con el paso de los días en una sucesión estable, en toda regla.

Raúl tiene ahora las funciones de presidente de los Consejos de Estado y Ministros, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Aparentemente, no ha disfrutado históricamente del apoyo popular de su hermano, pero puede contar con el poder que amasó entre bambalinas durante casi medio siglo como su lugarteniente.

Como ministro de las FAR, dirige a unos 50,000 soldados -- muchos menos que los 180,000 que llegó a comandar durante la Guerra Fría--, adoctrinados en ideología comunista y armados con tanques de la era soviética y aviones MiG. Además, parece contar con la lealtad de los principales generales, y pareció más cómodo hablando y bromeando con ellos después de una reciente ceremonia militar que cuando pronunció un discurso minutos antes.

El gobierno de Estados Unidos espera suministrar ayuda a un gobierno de transición democrática en Cuba, que no incluya a ninguno de los hermanos Castro. Los líderes cubanos insisten en que no habrá transición, sino una sucesión dentro del sistema existente.

''¿Ha comenzado la transferencia de poder?'', se preguntó el analista Brian Latell en un ensayo en junio.

''Raúl ha reafirmado un control personal sobre el aparato del Partido Comunista'', escribió Latell, ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), autor del libro Después de Fidel: la historia interna del régimen de Castro y el próximo líder de Cuba.

Raúl desempeña un papel ideológico clave en Cuba, y hay indicios de que los funcionarios cubanos están siguiendo ya su sugerencia en junio de que en el futuro podría hacer falta un estilo de liderazgo más colectivo.

No hay ningún imprevisto en la sucesión de mando. Todo lo contrario. Eso es lo que establece la Constitución de 1992, en su artículo artículo 94: ``En caso de ausencia, enfermedad o muerte del Presidente del Consejo de Estado lo sustituye en sus funciones el primer vicepresidente''.

Debemos esperar que en las próximas horas la Asamblea Nacional del Poder Popular confirme ese mandato y que, además, designe también al nuevo primer vicepresidente del Consejo de Estado.

En opinión de algunos analistas la titulada Proclama, en la cual aparece la firma de Castro con la precisión de la hora 6:22 p.m. y la fecha del 31 de julio, sirvió para definir su expresa voluntad de ceder el poder y no dejar esa posibilidad a la ''interpretación legal sobre su capacidad de gobernar'' que estaría entonces en las manos de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Desde el punto de vista institucional, la transmisión del poder ejecutivo a Raúl no requería de proclamas ni de poderes delegados. Castro lo hace explícito en su proclama para transferir también legitimidad política a otros miembros del gobierno en quienes delega sus ''funciones como impulsor principal'' de los planes de salud, educación y energía.

Por supuesto, que ese cargo de ''impulsor principal'' no es más que el manejo personal que ha tenido Castro de actividades institucionales que corresponden a los ministerios y organismos de administración del Estado.

Aunque para algunos pueda parecer un inútil ejercicio teórico conviene recordar que, de acuerdo con la Constitución cubana, en su artículo 69, ``la Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano supremo del poder del Estado. Representa y expresa la voluntad soberana de todo el pueblo''.

Queda claro que no es el Consejo de Estado, ni su presidente, ya que ''el Consejo de Estado es el órgano de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, ejecuta los acuerdos de ésta y cumple las demás funciones que la Constitución le atribuye'', según establece el artículo 68.

Otra cosa es el cargo de primer secretario del Partido Comunista que asume también Raúl y que, con toda probabilidad, deberá ser refrendado por el pleno del Comité Central, en tanto se convoca el ya muy pospuesto Congreso de esa organización.

''Pido al Comité Central del Partido y a la Asamblea Nacional del Poder Popular el apoyo más firme a esta proclama'', dijo Castro en lo que refuerza la hipótesis de que, a pesar de lo establecido institucionalmente, el dictador cubano quería otorgarle su sello personal a la sucesión.

Por lo pronto, Raúl encara la tarea inmediata de demostrar a la población y a su entorno político que puede ejercer con eficacia como jefe máximo; como presidente del Consejo de Estado.

Dentro de algunas semanas, si la salud de Castro no está todavía restablecida, el nuevo gobernante cubano estará también presidiendo las sesiones de la Cumbre del Movimiento de los No Alineados que tendrá lugar en septiembre. Para Raúl será la primera oportunidad de ejercer su cargo en la arena internacional.

Una posibilidad también muy real es que la sucesión de poderes que por ahora ejerce ''provisionalmente'' Raúl, se convierta con el paso de los días en una sucesión estable, en toda regla.

Este artículo ha sido complementado con un cable de la agencia Associated Press, firmado en La Habana por la reportera Anita Snow.