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30/12/2006 | Los que nunca llegaron a La Meca

Tomás Alcoverro

Nunca llegué a La Meca. El chófer del automóvil alquilado en Yeda se detuvo delante de uno de los mojones - alamayin-plantados al borde de carreteras y caminos que marcan los límites de su territorio sagrado. Es el Haram,territorio sagrado prohibido a los infieles.

 

La ciudad, en una hondonada, está defendida por montañas. Su gran mezquita guarda la piedra Kaaba que, según la tradición fue lo primero que creó Dios. Después hizo La Meca, sus contornos, el recinto del muro. La Meca es el ombligo de la tierra, la madre de las ciudades. Muchas veces, en los aeropuertos de Oriente Medio, en el zoco Hamedie de Damasco, he visto, en no importa qué época del año, a los musulmanes que han emprendido el Haj o peregrinación. Como casi todos los ritos de esta ceremonia sagrada son de origen pagano que el profeta Mahoma islamizó, es también antigua y pagana la indumentaria de los peregrinos. Es preceptiva llevarla para penetrar en el Haram, porque es el símbolo de su pureza, de su alejamiento de las cosas profanas. Ihram se llama tanto a este estado de espíritu, la intención del musulmán que ha ido a peregrinar, como a las sencillas prendas de su vestido. Consiste en dos telas blancas, como grandes toallas, sin costuras. Una se enrolla en el cuerpo entre la cintura y las rodillas, la otra en torno al busto cubriendo el hombro izquierdo tapando una parte del pecho. Los peregrinos acostumbran a calzar sandalias.

La peregrinación a La Meca es uno de los pilares o preceptos obligatorios del islam y todo musulmán adulto y sano debe efectuarla por lo menos una vez en su vida, aunque la gran mayoría de creyentes muera sin haber visto nunca el primer lugar sagrado de su religión. El octavo día de este mes del calendario lunar musulmán, los peregrinos culminan los ritos ancestrales ascendiendo al monte Arafat a las afueras del territorio sagrado. Al comenzar el ritual el peregrino pronuncia unas palabras dirigidas a Dios. "Aquí estoy para servirte, oh Alá, tuyas son la alabanza y la gracia, tuyo es el reino". Como esta invocación hay otras muchas durante las diferentes ceremonias religiosas.

Los fieles visitan primero la ciudad de La Meca y van a la Kaaba o Casa de Alá. Penetran en la Gran Mezquita por la puerta de la Salud, pisando con el pie derecho y los ojos mirando hacia la piedra sagrada, que se ya veneraba en la época preislámica. La Kaaba fue construida por Abraham, y el Arcángel San Gabriel trajo la piedra negra que se halla en uno de sus ángulos para completar la obra. Los musulmanes supersticiosos creen que esta piedra, ennegrecida con los ósculos que en centenares de años han ido depositando millones de bocas, es la mano de Alá, el ojo de Alá que enseña a sus criaturas, y al besarla reciben todas sus gracias.

Siete veces, salmodiando plegarias, giran los peregrinos en torno a la Kaaba buscando cada vez la piedra angular. No es una procesión lenta, sino a paso gimnástico, después a paso vivo, a menudo bajo un calor aplastante que puede alcanzar los cuarenta y cinco grados a la sombra. En el patio de la Gran Mezquita hay también el pozo Zamzam de aguas milagrosas que visitan los peregrinos, y muy cerca dos colinas, Safa y Maruah, entre las que, como en los tiempos paganos, los musulmanes corren recitando oraciones en recuerdo de Agar cuando corría con el agua para ofrecérsela a Ismael.

¡Mundo de ritos y creencias que se acumulan con el paso de los tiempos en las tierras de Oriente! Pero la verdadera Peregrinación, la que sólo se hace una vez al año, a la que acuden millones de creyentes es la gran peregrinación del Haj.Los ritos anteriores son una preparación para esta gran celebración religiosa, sin duda la mayor que se celebra cada año en el mundo. Esta vez se esperan alrededor de dos millones de fieles en las dos ciudades santas del islam.

Los peregrinos se congregan para orar en el valle de Mina, a unos cuantos kilómetros de La Meca, y al día siguiente a la aurora, emprenden el camino del valle Arafat. En la colina de la Misericordia celebran al mediodía un extraño rito de origen pagano en el que los adoradores permanecen de pie ante la Divinidad hasta un momento determinado en que salen corriendo. Después, los centenares de miles de peregrinos escuchan en el valle las oraciones del imán y se quedan sentados recitando los versículos del Corán hasta el atardecer. A una señal se precipitan hasta un paraje donde pernoctan. Al día siguiente antes del amanecer, también corriendo, llegan a Mina, donde arrojan siete piedrecillas al diablo - shaytan en árabe- y más tarde, culminando la ceremonia, sacrifican camellos, bueyes o cabras.

En el apoteosis de la peregrinación Aid al Adha se conmemora el acto bíblico de Abraham en su intención de sacrificar a Isaac, que los musulmanes sustituyen en su religión por Ismail. Acabado el Haj se hacen rapar por los barberos ambulantes, perdiendo así su estado de pureza y volviendo a su vida ordinaria. Una vez regresan a sus hogares, los peregrinos reciben respetuosamente y para siempre el tratamiento de haj.A mí me llaman a veces así en los pueblos árabes, presumiendo que soy musulmán y que ya he cumplido con este deber religioso.

La ciudad de Medina, cerca de La Meca, como al fin del mes de Ramadán, se convierte en una fiesta de manjares y diversiones. Son muchos los que se quedan un tiempo en Arabia Saudí, y como es frecuente que se les agote el dinero, intentan vender sus pertenencias más preciosas, como la alfombra de oración que habían traído consigo. Musulmanes venidos de países pobres, sobre todo de África, buscan un trabajo en el rico reino petrolífero, pero las autoridades hacen todo lo posible para desembarazarse de ellos. Hubo siglos en que las peregrinaciones a La Meca eran origen del cólera que, con las caravanas y los barcos, alcanzaba Occidente.

En estos años de militante fervor mahometano, sobre todo tras el triunfo de la revolución islámica de Irán, la peregrinación se ha convertido en ocasiones en un tablado de agitación política de raíz religiosa. No es nuevo que algunos imanes y jeques consideren que La Meca es el mejor foro para tratar, sobre todo, las cuestiones temporales y espirituales. Los saudíes, Guardianes de estos Santos Lugares,han sido desbordados por las nuevas corrientes ideológicas, y en la década de los ochenta, por los agentes del régimen iraní, en La Meca, el Vaticano del islam, hubo hecatombes de peregrinos. ¿Qué hubiese acontecido en la cristiandad si en la plaza de San Pedro de Roma, hubieran tenido lugar sangrientos disturbios, mortíferas estampidas debido a accidentes, como ha ocurrido varias veces en La Meca? La peregrinación es, ahora, el pulso precipitado del islam.

La Vanguardia (España)

 



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