A unas horas de haber sido derrotado en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, y aun antes de que los institutos estatales correspondientes decidan sobre las disputadas Veracruz y Durango, el PRI comenzó a gestar una acción tan desesperada como antinatural a la esencia de la democracia política: la abierta competencia electoral.
¿De qué hablamos? De esa aberrante y tramposa propuesta que, junto con ese negocio particular llamado Partido Verde (PVEM), los priistas han echado a andar, y que no es otra cosa sino iniciar una campaña para impedir... ¡alianzas electorales entre partidos políticos! Sí, nada menos que "concientizar a los ciudadanos" de la "inviabilidad" de estas uniones políticas que, en todo el mundo, se aceptan y, además, funcionan.
¿Con qué cara el PRI le viene a decir a millones de mexicanos que no acepte las alianzas? Según el dinosáurico partido, son inviables, ponen en riesgo la gobernabilidad y "utilizan a priistas para vencer al PRI".
Ver para creer. Ahora resulta que los priistas están muy preocupados por los resultados de gobierno que tendrán, a futuro, las alianzas políticas. Andan muy afligidos.
Carlos Flores Rico, Héctor Pablo Ramírez (PRI) y Pablo Escudero (PVEM) anuncian la campaña contra las alianzas PAN-PRD. Vaya cachaza de legisladores.
Si en realidad estuvieran muy preocupados por la "falta de gobernabilidad", ¿por qué no hicieron nada durante el cacicazgo feroz del priista Ulises Ruiz en Oaxaca, donde la represión y la falta de un gobierno democrático y eficaz llevó a la entidad a una guerra civil que condujo a la barbarie y a la muerte? ¿Acaso no era eso ingobernabilidad?
¿Dónde estaban Flores Rico, Ramírez y Escudero cuando, en Puebla, otro tricolor, Mario Marín, ordenaba reprimir a periodistas como Lydia Cacho, se aliaba con esa calamidad llamada Kamel Nacif y convertía al poder público en bacanal de gobierno, exceso que lo llevó a la derrota el domingo pasado? ¿No era también falta de gobernabilidad, esa misma que hoy tanto preocupa a priistas y verdes?
¿Dónde estaban nuestros hoy repentinos demócratas en el momento en el que Sinaloa, gobernado por otro priista, Jesús Aguilar Padilla, se convertía en la Medellín mexicana, con el narco todopoderoso, ejecuciones por miles y asesinatos de civiles y periodistas, con la consecuente degradación social? ¿No era eso ingobernabilidad?
¡Ah, pero como ahora los derrotaron en los feudos de los virreyes Ruiz, Marín y Aguilar, entonces sí -hasta ahora-, los priistas se preocupan por la "falta de gobernabilidad".
Si la alianza PAN-PRD falla en su gobierno, entonces que se lo cobren los ciudadanos a través del voto, así como lo hicieron el domingo pasado con las facturas entregadas al PRI. Pero que no nos salgan ahora con que andan muy preocupados por la "inviabilidad" de las alianzas -funcionaron, y bien, el 4 de julio- y porque "utilizan a priistas para vencer al PRI".
¿Y? ¿Eso qué tiene de malo? Nada ni nadie impide, hoy, la libertad de competir por cualquier partido político.
En el fondo, es el miedo del PRI de perder en 2012.
En el fondo, aunque lo niegue, es el miedo del gobernador Enrique Peña Nieto de perder, ante una eventual alianza PAN-PRD, la elección estatal de 2011 en el Edomex.
En el fondo, es el miedo a enfrentar a la democracia. Los priistas no están acostumbrados a ella, y por eso la repelen.
Lo demás es hipocresía.
