Arena, que gobierna al país desde 1989,  ha ido perdiendo su popularidad debido a los altos precios de la gasolina, el costo de la comida y la violencia. Pero el carisma y la estrategia de su contendor del FMLN es la verdadera razón por la cual ha logrado cautivar a los salvadoreños. Funes, un periodista que fue presentador de la CNN, ha tomado distancia del partido aunque es su candidato oficial. Se considera de centro izquierda y en lugar de usar la tradicional casaca roja que identifica al FMLN, hace campaña vestido de jeans y gafas oscuras de una prestigiosa marca. En su página de Facebook, bajo orientación política, se define como de "otra", en vez de "izquierda".

Pero lo que más le ha dado puntos, es que Funes se presenta como el Barack Obama de El Salvador. En sus avisos publicitarios usa imágenes del  Presidente norteamericano y utiliza el mismo eslogan de su campaña: sí podemos. Cambio, como en el caso de Obama, es la palabra que más emplea. Y le viene dando buenos resultados: tan solo el  pasado fin de semana Funes reunió a más de 200 mil personas en una avenida de la capital del país,  San Salvador. El mismo día, su opositor solo consiguió que lo apoyaran 70 mil personas en el estadio de Cusca-tlán, en la misma ciudad. 

Al FMLN también lo ha favorecido el hecho de que Ávila es un ex miembro de la Policía encasillado como derechista. Si Funes gana, sería la primera vez desde que se firmaron los acuerdos de paz en 1992, que la guerrilla llega al poder. "La gente quiere un  cambio y Funes es el que mejor lo ha representado", dice José Raymundo Calderón de la Universidad de El Salvador.   

Pero del dicho al hecho hay mucho trecho, y si Funes triunfa su gobierno va a enfrentar varios escollos.  El Salvador es uno de los países más violentos del hemisferio (con aproximadamente 10 asesinatos por día, en la capital y en las regiones rurales), el número de pandillas ha crecido y el  tráfico de drogas sigue en aumento. Esto sin mencionar la pobreza extrema y los efectos de una crisis económica que apenas se está empezando a sentir con el bajonazo de las remesas que llegan de EE.UU. Para no hablar de la relación con Washington, que ha sido el aliado tradicional de Arena. Se esperaría, por el acento ideológico, que Funes mire más hacia los mandatarios izquierdistas de la región.

En caso de ganar Ávila, el panorama tampoco sería alentador. Arena, su partido, está de capa caída, y tendrá que gobernar con un Congreso en poder de la oposición del FMLN. De hecho, el propio Mauricio Ávila ha criticado a Arena y promete hacer un revolcón.  Gane quien gane, dice Calderón, los salvadoreños esperan un cambio. Así provenga de una izquierda enmascarada o de una derecha desgastada y en vías de renovación.