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28/06/2007 | La mano de Fidel

Revista Cambio (Co) Staff

Por cuenta de su cercanía con Uribe, Castro ha sido clave en el proceso con el Eln, el episodio Granda y las crisis con Venezuela.

 

El miércoles 13 de junio, en las primeras horas de la noche, Rodrigo Granda, alojado en la sede de la Conferencia Episcopal en Bogotá, recibió la noticia que estaba esperando con ansiedad desde cuando, por decisión del Gobierno y por solicitud del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, fue excarcelado y convertido en facilitador de paz sin haberlo buscado.

La noticia la traía un correo secreto de Raúl Reyes, el vocero político de las Farc: el secretariado le daba el aval para viajar a Cuba. El mensajero le hizo saber que las Farc  le reconocían el trabajo político que había cumplido en la cárcel y que le pedían que, una vez instalado en La Habana, se preparara para establecer comunicación con los comandantes de la organización. Antes de despedirse, el mensajero le dijo: "Le deseo que en la Isla encuentre la protección que no tiene en Colombia ni en otro país".

Al día siguiente, Reyes entró en contacto con José Arbesú, destacado miembro del Partido Comunista Cubano y le confirmó que las Farc respaldaban el traslado de Granda a La Habana. Además de la solicitud del gobierno de Uribe, el Gobierno cubano había puesto como condición para recibir a Granda, tener el aval de las Farc. Destrabada la difícil situación en que se hallaba Granda, las autoridades cubanas coordinaron su traslado con las autoridades colombianas. 

¿Por qué el empeño de Colombia y del propio Granda de ir a Cuba si países como Francia, Suecia, Suiza, Japón y España habían ofrecido sus buenos oficios para recibirlo en calidad de refugiado?

Para Granda, Cuba significaba no sólo una garantía personal y política, sino un blindaje jurídico en caso de que el Gobierno de Paraguay decidiera pedirlo en extradición por el secuestro y posterior asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex presidente Raúl Cubas, al cual está vinculado el guerrillero por las autoridades de ese país. "Cuba y Paraguay no tienen tratado de extradición y el régimen de Castro no se doblega fácilmente ante ningún Gobierno ni ante ninguna solicitud en tal sentido -le dijo a CAMBIO una fuente cercana a Granda-. La posibilidad de ser extraditado lo tenía muy mortificado".

Para Colombia, la presencia de Granda en Cuba tiene un enorme valor estratégico, pues le permite consolidar aún más sus buenas relaciones con el régimen castrista, cuyo apoyo ha sido definitivo en las conversaciones que el Gobierno adelanta con el Eln. Si bien es cierto que las relaciones Colombia-Cuba no han corrido siempre por buen cauce, nunca como ahora han logrado tan alto nivel de respeto, estabilidad y colaboración. Y lo paradójico es que se deben, entre otras razones, a las buenas relaciones personales entre Uribe y Castro que, a pesar de que son como el agua y el aceite en materia de principios y criterios, han logrado una relación muy productiva, pragmática y ajena a ideologías.

Espaldarazo

Cuando Uribe ganó las elecciones en mayo de 2002, algunos analistas vaticinaron tormenta. La política de Seguridad Democrática, bandera de la nueva administración, era lo más parecido al controvertido Estatuto de Seguridad del gobierno de Julio César Turbay (1978-1982), el mismo gobierno que había resuelto en forma incruenta la toma de la Embajada de República Dominicana por parte del M-19 a comienzos de 1980 y que pese a haber contado con el concurso de Cuba que ofreció refugio a los guerrilleros, un año después rompería relaciones con Castro con el argumento de que el régimen castrista respaldaba y financiaba al grupo de Jaime Bateman Cayón.

Pero las aves de mal agüero erraron en sus predicciones. El 29 de junio de 2002, Uribe se reunió en Cartagena con el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, y  le expresó su deseo de que Cuba apoyara los esfuerzos de Colombia para llegar a un acuerdo de paz con el Eln. El 16 de agosto, una semana después de la posesión presidencial, el Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, viajó a La Habana para adelantar las primeras conversaciones con voceros del Eln. Un día después, Fidel Castro lo recibió en el Palacio de la Revolución y le expresó el compromiso de Cuba con las iniciativas del Gobierno colombiano en materia de paz.

El Comandante, el mismo hombre que tantas veces había sido acusado de exportar la Revolución y de apoyar la lucha armada, el mismo que había dado refugio a guerrilleros del M-19 y del Eln, le daba el espaldarazo a las conversaciones con el Eln. A finales de abril del año pasado, una delegación encabezada por la entonces canciller Carolina Barco se reunió en La Habana con Fidel, poco antes de su enfermedad, reunión en la cual, una vez más, Castro expresó su compromiso con Colombia para ayudar a despejar el camino de la paz con el Eln. "El apoyo de Cuba ha sido permanente y respetuoso con el Gobierno de Colombia, pero además el soporte al trabajo de las delegaciones es muy profesional y metódico", le dijo a CAMBIO desde La Habana, el Comisionado Restrepo.

Durante los cinco años que Uribe lleva en el poder, Cuba ha cooperado en forma muy activa con Colombia en el tema de la paz, no obstante las profundas diferencias que existen entre los dos países. "Entre Colombia y Cuba existen relaciones diplomáticas normales, de respeto y de colaboración -ha dicho en varias oportunidades el canciller cubano Pérez Roque-. Cuba está jugando un papel serio y discreto en las negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el Eln. Hemos brindado nuestro territorio para que se produzcan estas conversaciones, mantenemos una política de amistad a Colombia y vemos que esa actitud es recíproca. Trabajamos, entre ambas partes, para fortalecer nuestros lazos".

Es un hecho. Cuba ha sido clave para que no se rompa el complejo y tortuoso proceso de negociación del Gobierno de Colombia con el Eln, que empezó en La Habana  en diciembre de 2005. Fuentes que conocen el proceso de conversaciones que ya va por la tercera ronda, le dijeron a CAMBIO que altos funcionarios del Gobierno de Cuba han sostenido reuniones privadas con los negociadores del Eln, entre ellos Antonio García, jefe militar y segundo al mando de la organización, para pedirles que sean menos radicales en sus exigencias y den pasos concretos para lograr un acuerdo.

No es la primera vez que Cuba intercede ante el Eln. En diciembre de 1983,  Castro criticó el secuestro del hermano del presidente Belisario Betancur, Jaime, por parte de ese grupo. Pero no sólo condenó el plagio, también dijo que la lucha armada no era el camino para llegar al poder. Las recriminaciones del Comandante calaron en el grupo rebelde, que el 7 de diciembre, pocos días después del secuestro, dejó en libertad a Betancur.

Dinámica positiva

Castro y Uribe han afianzado cada vez más sus vínculos personales, un fenómeno que no muchos se explican pero que reconocen con admiración otros Gobiernos de América Latina, inclusive más afines con Cuba que Colombia. No obstante ser tan distintos, hay una dinámica muy positiva entre los dos. En varias ocasiones han hablado por teléfono y según fuentes allegadas a la Casa de Nariño, la intervención de Castro en momentos difíciles de las relaciones con Venezuela ha sido definitiva para bajar la marea.

Uno de esos momentos fue en mayo de 2004 después de que la Guardia Nacional de Venezuela capturó en una finca cerca de Caracas a 56 integrantes de un comando paramilitar que, según los venezolanos, iban a dar un golpe de Estado para derrocar a Chávez.

El mandatario venezolano entró en cólera y durante varios días no le dio tregua a Uribe, a quien acusó de ser laxo en la lucha contra el paramilitarismo, y señaló a sectores de las Fuerzas Militares de ser cómplices del intento de golpe. Según fuentes conocedoras del tema, Castro se comunicó con Chávez y le aconsejó no pelear con Uribe sino entenderlo y evitar que el conflicto colombiano se trasladara a territorio venezolano.

Siete meses después, el 13 de diciembre de 2004, por cuenta del confuso incidente de la captura de Rodrigo Granda en Caracas por oficiales de Inteligencia de la Policía colombiana, se generó una de las crisis más graves entre Colombia y Venezuela. El 14 de enero de 2005, Chávez cerró la frontera, canceló las relaciones comerciales y llamó a Caracas al embajador Carlos Rodolfo Santiago, porque consideró insuficientes las explicaciones que dio el Gobierno colombiano, que aseguró que el guerrillero había sido capturado en Cúcuta.

En la solución de la crisis intervinieron Brasil y Perú, pero algunos de los que conocieron sus intimidades sostienen que, una vez más, la intervención de Castro fue decisiva: convenció a Chávez de reabrir la frontera y de la necesidad de normalizar las relaciones con Colombia.

El problema más reciente y en cuya solución también estuvo la mano de Castro, a pesar de que estaba convaleciente de una larga enfermedad y varias cirugías, tuvo que ver con las declaraciones que dio el Ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, durante una conferencia antidrogas en Madrid, en el sentido de que la ausencia de la DEA en Venezuela era una mala noticia para la lucha antidroga de toda la región.

El Gobierno de Chávez exigió una rectificación y acusó a Colombia de hacer parte de una guerra sucia contra Venezuela orquestada por Estados Unidos, pero Colombia se negó a hacerlo y como consecuencia de ello el Canciller venezolano, Nicolás Maduro, dejó plantado en dos ocasiones a su homólogo Fernando Araújo.  Una vez más, la mano de Fidel le bajó temperatura a la situación y Maduro finalmente viajó a Bogotá el pasado 6 de junio y dio por cancelado el incidente. "Este episodio hizo que las relaciones entre Uribe y Fidel se estrecharan aún más", le dijo a CAMBIO un funcionario de la Cancillería colombiana que fue testigo de la paciente y eficaz labor de Castro.

No cabe duda de que nunca como ahora las relaciones con Cuba han sido tan estables y que nunca como ahora se vislumbra la posibilidad de que, con ayuda de Cuba, las conversaciones con el Eln lleguen a buen puerto. "El proceso avanza, está vivo",  le dijo a CAMBIO una fuente desde La Habana. Y como la esperanza es lo último que se pierde habrá que ponerle fe a que esta vez sí, Gobierno y Eln van a llegar a un acuerdo de paz. En cuando a la presencia de Granda en Cuba, es prematuro aventurar hipótesis, pero es seguro que muchos creen que desde allí y con ayuda de Castro podría abrirse aunque sea una rendija con las Farc para un eventual intercambio humanitario.

RELACIONES DE LARGO ALIENTO

Las relaciones de Colombia con Cuba han pasado por momentos difíciles, de neutralidad pero no indiferencia y de luna de miel, que es el estado actual de las relaciones entre los dos países, pese a que Álvaro Uribe y Fidel Castro están en orillas ideológicas distintas.  

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 fue el comienzo de un difícil período de las relaciones entre los dos países. Era la época de la Guerra Fría, del conflicto Este-Oeste, y Colombia jugaba del lado occidental. Recién posesionado el Gobierno revolucionario de Cuba, durante el gobierno de  Alberto Lleras Camargo (1958-1962) el canciller  colombiano Julio Cesar Turbay Ayala declaró que Colombia se movía  en la misma órbita de Estados Unidos y dijo que si bien Castro y los cubanos no se habían inventado la lucha armada en América y el Caribe, porque en la región había una larga tradición de tomar las armas, los cubanos la habían redefinido y convertido "en una política de Estado y Partido para extender la lucha armada a los sitios más recónditos". 

ALBERTO LLERAS (1958-1962). Abanderó la solicitud de la OEA contra el régimen cubano y en respuesta, Castro, lo atacó y Lleras decidió romper relaciones con La Habana el 9 de diciembre de 1961. Posteriormente, casi todos los gobiernos de Latinoamérica rompieron relaciones con Cuba, la expulsaron de la OEA en 1962 y le impusieron sanciones económicas en 1964. Cuba, entonces, se convirtió en pretexto para explicar la inestabilidad, el crecimiento del movimiento armado y la oposición política.

GUILLERMO LEÓN VALENCIA (1962-1966). No cambió la situación con Cuba.

CARLOS LLERAS RESTREPO (1966-1970). Estableció vínculos con varios países socialistas y en 1969 planteó la posibilidad de replantear las relaciones con Cuba con la condición de que el régimen de Castro disminuyera sus vínculos con la insurgencia colombiana.

MISAEL PASTRANA BORRERO (1970-1974). Apoyó en la OEA la reincorporación de Cuba. En la Cámara de Representantes de Colombia hubo un pronunciamiento mayoritario en favor del restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

ALFONSO LÓPEZ MICHELSEN (1974-1978). Se empeñó en universalizar la política internacional y en ese marco restableció relaciones diplomáticas con Cuba luego de más de una década de ruptura. En 1976, en una reunión de cancilleres latinoamericanos en San José de Costa Rica, Colombia apoyó la iniciativa de dejar en libertad a los Estados miembros de la OEA para restablecer relaciones con Cuba.

JULIO CÉSAR TURBAY AYALA (1978-1982). Al comienzo siguió la línea del gobierno de López, pero en 1982, poco después de la toma de la Embajada de República Dominicana rompió con Cuba a la que señaló de promover la lucha armada.

BELISARIO BETANCUR (1982-1986). Como estaba empeñado el diálogo con la guerrilla y en buscar salidas al conflicto centroamericano, las relaciones con Cuba se convirtieron en parte esencial de su política exterior. En múltiples eventos, el Gobierno trabajó para coordinar una salida a la crisis de la deuda externa.  Fueron frecuentes las comunicaciones telefónicas entre Betancur y Castro y las visitas a Colombia de voceros cubanos. Un hecho que destaca las buenas relaciones es que en 1983 Betancur ofreció el avión presidencial a los soldados cubanos que permanecían en la isla de Granada después de la invasión norteamericana.

VIRGILIO BARCO (1986-1990). Hizo un esfuerzo para ampliar las relaciones exteriores sin consideraciones ideológicas y manteniendo neutralidad en el conflicto Este-Oeste. Mantuvo el no alineamiento, el interés por la unidad latinoamericana y se preocupó por el reintegro de Cuba a la OEA; Cuba jugó un decisivo papel en el proceso que llevó a la desmovilización del M-19

CÉSAR GAVIRIA( 1990-1994). Mantuvo una posición similar a la de Barco, con una apertura de la económica hacia el exterior. En octubre de 1991 restableció relaciones consulares con Cuba, formalizó el comercio bilateral y acordó el pago de una deuda con Colombia.

ERNESTO SAMPER (1994-1998). Visitó Cuba en su condición de Presiente de los No Alineados, pero sufrió grandes tropiezos y dificultades por el escándalo suscitado alrededor de los fondos para su campaña y su relación con el narcotráfico, lo que daría lugar al  Proceso 8.000 y a unas tormentosas relaciones con Estados Unidos.

ANDRÉS PASTRANA (1998-2002). Visitó Cuba y mantuvo muy buenas relaciones personales con Castro que, periódicamente, le enviaba tabacos de regalo.

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