Muchos venezolanos se preguntan con inquietud qué sucederá cuando la policía cumpla la orden de arresto contra Manuel Rosales, alcalde de Maracaibo.
La respuesta del propio Rosales es categórica: «Hugo Chávez se está jugando una sublevación popular. Porque si bien el venezolano es pacífico, las provocaciones del mandatario junto con la crisis económica van a levantar los ánimos».
La fiscal del Ministerio Público, Katiuska Plaza, ha pedido la detención por enriquecimiento ilícito de uno de los más duros adversarios de Chávez en la arena política. La causa, que se remonta a 2007, imputa a Rosales un delito de fraude fiscal agravado que se sanciona con entre tres y 10 años de prisión.
Pero el que fuera candidato en las elecciones presidenciales de 2006 está convencido de que fue su enemigo quien ordenó «desempolvar» el caso, que ya estaba cerrado, para descabezar a la oposición y seguir avanzando en el plan hegemónico que sus adversarios le atribuyen.
Rosales, que cumple su segundo mandato en la alcaldía y fue gobernador del estado de Zulia, acusa a Chávez de ser «un cobarde» que en situaciones difíciles «se pone a llorar y se agarra de los pantalones de los militares». Con esta gráfica descripción de la dependencia de Chávez en los uniformados, Rosales se refirió a la orden impartida por el gobernante a las Fuerzas Armadas de tomar el control de puertos y aeropuertos comerciales, empezando por los de Maracaibo, en el estado de Zulia y Puerto Cabello, en Carabobo.
Casualmente o no, los gobernadores de esos estados, Pablo Pérez y Henrique Salas respectivamente, representan a fuerzas antagónicas al Gobierno. «¿Qué se cree Chávez? ¿Qué la gente no sabe lo que está ocurriendo? Está equivocado y este pueblo se va a alzar porque no acepta que se viole la Constitución, que se manipulen las leyes y que criminalicen a quien quieran», exclamó un agitado Rosales tras conocer la orden de arresto.