El ex jefe del gabinete de Cristina Kirchner hizo un gesto displicente y aseguró que sólo el 11% de los ciudadanos "atesora" dólares y que al resto el tema no les concierne. En su comparecencia del miércoles ante el Parlamento, el actual jefe de ministros, Juan Manuel Abal Medina se manifestó sorprendido del barullo que se ha armado en torno al billete verde, cuando la Argentina cuenta con su propia moneda. Pero el patriotismo monetario que los asesores de Cristina manifiestan en público, no coincide con los recaudos que toman al decidir en qué moneda depositan sus propios ahorros.

De las declaraciones juradas que presentaron en el 2011 a la Oficina Anticorrupción –el organismo que controla los haberes de los altos cargos públicos- se desprende que 7 de los 16 funcionarios que responden a Cristina, tienen el grueso de sus ahorros en la moneda 'proscrita' a los ciudadanos del montón.

El que encabeza la lista disonante es el ministro de Justicia, Julio Alak, con el 98,18% de sus ahorros (808.000 dólares) hechos en billetes verdes. Le sigue el vicepresidente Amado Boudou con el 93,64% de sus ahorros (582.400 dólares), en la divisa norteamericana. Otro de los grandes defensores del peso, Héctor Timerman, también demuestra ser un hombre precavido. El canciller tiene el 89,34% (más de 1 millón de dólares) puestos en una caja en dólares.

La presidenta Cristina Kirchner merece una consideración aparte ya que todos los depósitos que declaró para el ejercicio fiscal del 2010, son en pesos. Pero en la cuentas de ahorro a nombre de su difunto esposo Néstor, registra 3.066.632 dólares. Para destacar aún más el doble discurso de los ministros K, el diario 'La Nación' indica que la mayoría de ellos tuvo el acierto de proveerse de dólares cuando la divisa cotizaba a 4 pesos.

Actualmente, el dólar cotiza a 5.9 pesos en el mercado informal, él único ámbito donde el ciudadano común puede conseguirlos ya que en los bancos y en las casas autorizadas están trabadas esas operaciones. Sirva de ejemplo el caso del abogado Julio César Durán, a quien le fue denegada la compra de los 10 dólares que quería regalar a sus dos nietos. La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) consideró que la suma que quería adquirir no era "consistente" con sus ingresos. Confrontado nuevamente con esta situación y con sus propios manejos financieros, el senador Aníbal Fernández retrucó: "tengo dólares porque se me antoja".

Aparte del trastorno que provoca al ciudadano de a pie en un país donde los alquileres y hasta el precio de los alimentos se cotizan en dólar, el cepo al mercado cambiario ha causado más daño que beneficio a la economía. La incertidumbre acerca del precio real del dólar ha paralizado al mercado inmobiliario puesto que los vendedores lo fijan de acuerdo con el mercado informal, mientras que los compradores se apegan al oficial, que es un 30% más barato. La construcción, uno de los pilares de la economía en la era kirchnerista, también pisó el freno al no haber forma de calcular el precio de las propiedades.

Si bien es cierto que el cepo que se impuso en octubre del 2011 logró detener la fuga de capitales dolarizados, el Banco Central no ha podido aumentar el nivel de reservas por encima de los 48.000 millones de dólares. Según los expertos, el organismo emisor necesita más de 53.000 millones de dólares para que el Estado pueda pagar los vencimientos de la deuda exterior e importar combustibles para uso doméstico y para la industria.

Para el economista Carlos Melconián, ex subgerente del Banco Central, las restricciones al dólar sólo consiguen aumentar la desesperación del público por conseguirlos y al precio que sea. "En realidad, la mayor complicación es la desconfianza que genera el Gobierno con el autoritarismo de sus medidas. La única salida es combatir seriamente a la madre del problema que es la inflación.

Pero como el Gobierno no está dispuesto a reconocer que la inflación existe, no hay forma de salir del embrollo", dice Melconián.