El panorama se le ha puesto difícil a Barack Obama, no sólo por la precaria situación económica que enfrenta Estados Unidos reflejada en la recesión y el desempleo, sino por la designación de Paul Ryan como candidato a la vicepresidencia por el Partido Republicano. Este político conservador concita las simpatías de los sectores más recalcitrantes de la derecha estadunidense y ha sido impulsor de políticas diametralmente opuestas a las implementadas por Obama durante su mandato, sobre todo en lo relativo al aspecto fiscal. La propuesta de Ryan plantea la reducción de impuestos a los ricos y elevarlos a los sectores medios e incluso a los pobres.
La
integración de Paul Ryan como compañero de fórmula de Mitt Romney, virtual
candidato presidencial republicano, reduce las posibilidades de reelección de
Barack Obama y radicaliza las políticas conservadoras en Estados Unidos.
Pese a
ser un desconocido para la mayoría de los electores estadunidenses, Ryan,
representante federal por el estado de Wisconsin, es, según los analistas
políticos, la mejor decisión de Romney para derrotar a Obama en los comicios
del próximo 6 de noviembre.
Identificado
como un político conservador y experto en asuntos presupuestales, Ryan, quien
será proclamado candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos en el marco de
la Convención Nacional Republicana que comenzará el próximo lunes 27, ya
comenzó a restarle popularidad a Barack Obama y al vicepresidente Joe Biden.
Con 42
años y casi 14 como integrante de la Cámara de Representantes del Congreso
federal, Ryan le ha dado a Romney el bono político que necesitaba para atraer
el voto conservador.
Desde el
sábado 11 cuando Romney anunció que Ryan sería su compañero de fórmula, la
campaña presidencial tomó otro giro y obligó a que Obama y Biden se pusieran a
la defensiva, e incluso traicionaran las políticas tradicionales de los
demócratas que venían promoviendo.
Las
encuestas de distintos medios de comunicación realizadas a partir de que Ryan
se incorporó a la contienda electoral confirman que la sociedad estadunidense
está muy decepcionada con el gobierno de Obama.
Un día
después del anuncio de Romney, una encuesta conjunta de la firma Gallup y del
periódico USA Today mostró que 42% de los estadunidenses calificó como
“excelente” la elección del congresista por Wisconsin como aspirante a la
vicepresidencia, y sólo 19% la tildó de “mala”.
Lo
interesante del sondeo es que 65% de los mil 214 entrevistados aceptó no saber
quién era Ryan; sin embargo, explicaron que les bastaba saber que era un
político conservador y férreo defensor de la reducción de los gastos por parte
del gobierno federal.
Con una
reacción poco ortodoxa el Partido Demócrata y la Casa Blanca se concentraron en
restar importancia a la decisión de Romney de escoger a Ryan como compañero de
fórmula.
Obama y
Biden, quienes han hecho proselitismo por separado, lanzaron una gran ofensiva
para desprestigiar a Ryan, a quien acusan de ser un acolito fiel de George W.
Bush, “el verdadero causante de la crisis económica”.
Malabarismos
Obama
sorprendió a los electores porque en su afán por opacar a Ryan dio un gran giro
a sus ideales como político demócrata liberal. “Tenemos que concluir el trabajo
que iniciamos hace casi cuatro años; debemos revisar los números de los gastos
del gobierno federal para saber si es necesario hacer ajustes de los dispendios
para con algunos programas sociales”, manifestó el presidente durante una gira
por Ohio el martes 14.
Esta
declaración provocó un revuelo inesperado entre los medios de comunicación. Los
periódicos y noticiarios de radio y televisión acusaron al mandatario de
traicionar las políticas que ha defendido.
“Está
claro que el presidente Obama hace esto porque se siente amenazado ante el
repunte de popularidad de Romney gracias a Paul Ryan”, dijo Brian Williams,
conductor del noticiario vespertino de la cadena de televisión NBC, uno de los
más vistos en todo el país.
La
crisis económica de Estados Unidos, pero sobre todo el problema nacional del
desempleo que en estos momentos alcanza 8.3% juegan un papel importante para la
definición de los comicios.
En la
ultima encuesta de The Washington Post sobre el “factor económico” en las
elecciones presidenciales publicada a ocho columnas en su edición del domingo
19 se identifica muy bien el verdadero interés de los electores tanto
demócratas como republicanos.
“El 73%
de los electores demócratas registrados en el padrón electoral quiere un
presidente que invierta más dinero del gobierno en la creación de empleos. El
25% de los electores republicanos comparte esta idea”, reveló el diario.
En el
mismo sondeo se evidenció que “73% de los electores republicanos registrados en
el padrón electoral desea a un presidente que haga todo lo necesario para
evitar que aumente el déficit del presupuesto federal. El 24% de los electores
demócratas opinó lo mismo”.
En los
más de tres años y medio de la presidencia de Obama, Ryan se destacó –como
legislador federal– por rechazar todas las propuestas de la Casa Blanca para
aumentar el financiamiento a programas sociales.
Como el
clásico político conservador de la región del medio oeste de Estados Unidos,
Ryan sostiene que con la reducción de impuestos se puede generar riqueza.
Asegura que la solución a la crisis económica y al desempleo es reducir las
cargas impositivas a los ricos y a las grandes empresas. De esta manera,
afirma, se dinamizan las inversiones en el sector privado y se crean plazas de
trabajo.
Obama y
Biden postulan lo contrario. Consideran que para resolver los problemas
económicos es necesario aumentar los impuestos a los ricos y a las grandes
empresas, y recortarlos a la clase media para financiar los programas federales
de beneficencia social.
“Se
equivoca Obama en su propuesta tributaria; no hay que discriminar a nadie.
Recorte de impuestos para todos”, declaró Ryan el mismo día de su lanzamiento
como compañero de fórmula de Romney.
Obama,
Biden y el Partido Demócrata acusan a Ryan de ser un político “mentiroso” y uno
de los responsables de la crisis económica que asuela al país. El presidente
lanzó la semana pasada tres spots de campaña en las cadenas nacionales de
televisión, en los cuales recuerda a los electores que Ryan siempre votó a
favor de las guerras que lanzó Bush contra Irak y Afganistán, mismas que
acabaron con las arcas del país.
En sus
mensajes de campaña, Obama enfatiza que Ryan fue el principal patrocinador de
la propuesta de ley de Bush que al promulgarse redujo 16% el pago de impuestos
de los ricos y aumentó 4% los de la clase media.
Ante
estos promocionales, la dupla republicana se concentró en explicar al
electorado que aun cuando Obama no es el responsable directo de la situación
económica, es un presidente inepto porque no ha podido solucionar el problema y
con sus políticas fiscales elevó el déficit del presupuesto federal.
Operación
política
Como
ya se indicó, este lunes 27 arranca la Convención Nacional del Partido
Republicano, en Tampa, Florida. En este evento Romney y Ryan serán ungidos
oficialmente como candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia,
respectivamente.
El foro político
es la plataforma electoral de Romney, quien de acuerdo con los organizadores
del acto presentará un proyecto basado únicamente en las prioridades para la
restauración económica durante los próximos dos años, en la cual Ryan será una
pieza crucial.
De lo
poco que se ha filtrado acerca de la Convención Republicana se menciona que
Ryan será presentado como el negociador político de una presidencia comandada
por Romney. Éste promete una Casa Blanca con un vicepresidente más activo y
dedicado a negociar con el Congreso federal y que asumirá el rol de arquitecto
para el diseño de proyectos de reforma fiscal y económica.
Ryan es
el abanderado de las causas conservadoras y del llamado Tea Party –el ala más
radical de los republicanos– y se distingue por ser enemigo de las causas
hispanas y afroamericanas. Como representante federal por Wisconsin siempre
votó contra los proyectos de ley para una reforma migratoria integral que
beneficiara a los hispanos. También ha negado su apoyo al aumento de gastos
para asistencia a desempleados, a madres solteras y de subsidio a los servicios
médicos para personas jubiladas y de bajos ingresos. Estos programas sociales
se identifican más con la minoría afroamericana.
La
apuesta de Romney es que con Ryan atraerá el voto conservador de su partido,
así como el de los votantes independientes decepcionados con Obama por la
situación económica prevaleciente en el país. Romney sabe que por lo menos en
esta elección no ganará el voto hispano –que todavía no marca la diferencia en
una elección presidencial– ni mucho menos el de los afroamericanos, que será
para Obama por el hecho de que es un presidente negro.
Los
analistas políticos afirman que la reelección de Obama se dificultará con la
presencia de Ryan. Y es eso lo que reflejan las encuestas nacionales.
El más
reciente sondeo de Gallup dado a conocer la semana pasada encontró que 47% de
los electores apoya a la dupla Romney-Ryan, contra 45% que opta por la
mancuerna demócrata Obama-Biden. La encuesta se hizo con 3 mil 50 electores y
tiene un margen de error de más menos tres puntos porcentuales.
Obama
está obligado a movilizar a sus bases para tratar de contener al factor Ryan.
El presidente buscará quitarle los reflectores a la Convención Republicana que
termina el jueves 30. Aunque la mayor prueba para Obama y Biden será la
Convención Nacional Demócrata a realizarse del 3 al 6 de septiembre en
Charlotte, Carolina del Norte, porque esos días Romney y Ryan harán
proselitismo en los estados del medio oeste que son los más disputados en
materia electoral y los más golpeados por la crisis económica.