Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, llegó el miércoles a China y advertirá a PekÃn de que deje de ser el "principal contribuyente extranjero a la base industrial de defensa de Rusia".
Unos pocos días después de que comenzara la invasión rusa
de Ucrania, desde Estados Unidos empezaron a insinuar que el régimen de Putin
contaba con el apoyo militar de su aliado de Pekín. Altos funcionarios de
Washington y algunos de los principales think tank estadounidenses, escudándose
en informes de inteligencia, pregonaban incluso que China ya había comenzado a
suministrar drones al ejército ruso y piezas de aviones de combate para la
guerra.
A falta de pruebas y con el Gobierno de Xi Jinping
enfadado por la "desinformación" que estaba soltando la potencia
hegemónica, las noticias sobre ese supuesto respaldo militar chino a Rusia se
fueron apagando.
Hubo un amago de encender de nuevo ese foco cuando la
invasión rusa entraba en su tercera semana. Los medios anglosajones publicaron,
citando fuentes de la administración Biden, que Rusia había solicitado a China
hasta cinco tipos de equipos militares, incluido misiles tierra-aire de largo
alcance, drones y vehículos blindados. Aquella información se volvió a diluir
poco después.
Pekín no ayudaba a disolver las sospechas porque, además
de no condenar la invasión rusa, la narrativa interna se balanceaba hacia un
apoyo tácito al ataque ruso. Los líderes de ambas autocracias, Xi y Putin,
también aprovechaban cualquier oportunidad para recordar la solidez de esa
asociación "sin límites" que sellaron antes de la guerra. Pero los
funcionarios chinos insistían en que, en ningún momento, habían proporcionado
ningún tipo de soporte militar al Kremlin, ni tenían la intención de hacerlo.
Todo esto nos lleva al último intento de Washington por
demostrar que el régimen chino está "impulsando la máquina de guerra
rusa". Este abril, en base a un informe de inteligencia previamente
clasificada, altos funcionarios estadounidenses acusaron a China de
proporcionar a Rusia motores para misiles de crucero y otras herramientas para
misiles balísticos.
También aseguraron que grupos chinos y rusos estaban
trabajando para producir conjuntamente drones dentro de Rusia. O que Pekín
había suministrado el 90% de los chips importados por Moscú el año pasado y que
estos se utilizaban para fabricar tanques, misiles y aviones. China, según el
mismo informe, además estaría ayudando a su vecino a mejorar sus imágenes
satelitales.
"China está ayudando a Rusia a emprender su mayor
expansión militar desde la época soviética", reza la evaluación de
inteligencia estadounidense. "China ha sido el factor clave en la
revitalización de la base industrial de defensa de Rusia, que de otra manera
había sufrido reveses significativos desde la invasión de Ucrania",
aseguró a varios medios estadounidenses un alto funcionario bajo condición de
anonimato. "Rusia tendría dificultades para sostener su esfuerzo bélico
sin el aporte de la República Popular China".
No es casualidad que toda esta información de
inteligencia salga en medio de una campaña lanzada por funcionarios
estadounidenses para presionar a la Unión Europea con el propósito de que el
bloque endurezca su retórica contra China y aumente las sanciones dirigidas a
empresas del gigante asiático.
Este miércoles, el secretario de Estado estadounidense,
Antony Blinken, aterrizó en Shanghai para un viaje de tres días en el gigante
asiático en medio de las habituales tensiones entre los dos países más
poderosos del mundo. Blinken también visitará Pekín, donde presentará a los
líderes chinos las quejas por esa supuesta ayuda militar a Rusia, algo que el
gobierno de Xi Jinping continúa negando en todo momento.
El propio Blinken ha acusado a China de ser el
"principal contribuyente extranjero" a la base industrial de defensa
de Rusia. "Vemos a China compartiendo máquinas herramienta,
semiconductores y otros artículos de doble uso que han ayudado a Rusia a
reconstruir la base industrial de defensa que las sanciones y los controles de
exportación tanto habían degradado", dijo Blinken la semana pasada durante
una reunión de ministros de Exteriores del G-7.
Blinken, que es su segundo viaje a China en menos de un
año, se encontrará en Pekín con su homólogo chino, el ministro de Exteriores
Wang Yi, y probablemente también se reunirá con el presidente Xi Jinping.
***Lucas de la Cal - Corresponsal Shanghai