La tradición en Sant’Onofrio impone que los puestos de costaleros se subasten. Y huelga decir que siempre acababan adjudicándoselos los mismos: los capos de la familia Bonovota o sus hombres de confianza. Pero este año, sin embargo, el obispo optó por resolver la cuestión mediante un inocente sorteo. Y el azar quiso que el privilegio de cargar con las imágenes de Jesucristo y la Virgen recayera en ciudadanos normales y corrientes, no en los mafiosos.

Pero la reacción de los capos de este clan de la ‘Ndrangheta no se ha hecho esperar. En la madrugada del sábado, pocas horas antes de que comenzara la procesión, algunos de  de sus hombres dispararon varios tiros contra la casa de Michele Virdò, el prior de la confraternidad del santísimo Rosario, la encargada de organizar la procesión en cuestión. Un mensaje claro por parte de los devotos mafiosos, que se negaban a verse excluidos del importante evento religioso.

El obispo Renzo, el párroco de Sant’Onorio y el prior de la confraternidad del Santísimo Rosario se reunieron para decidir qué hacer ante semejante intimidación. Y optaron por suspender por primera vez en la historia la procesión, ante el temor de que la cosa pudiera pasar a mayores.