Evidentemente, lo que ahora sucede en China, tiene asombrado al mundo entero. No es nuevo. Las economías del Extremo Oriente, desde comienzos del siglo XX, han impresionado mucho a los economistas occidentales.
Recordemos a Thery, de la Escuela de Angers -socialcristiana-, autor de un libro, «Le peril jaune» que con su título, impuso una especie de lema sobre lo que se puede esperar del Extremo Oriente. O el famoso progreso japonés tras la II Guerra Mundial, que se esfumó como modelo de desarrollo tras una crisis financiera importante, muy bien estudiada por el profesor Torrero.
Ahora, al coincidir el auge chino con el de multitud de países subdesarrollados -la India, Iberoamérica, incluso África-, y lanzar todas sus demandas a los mercados internacionales, se ha provocado que salte por los aires, a pesar de la última defensa que tuvo de Drucker, la proposición Singer-Prebisch. Sostenía ésta que en los mercados mundiales, el crecimiento de los precios de las exportaciones de los países pobres -materias primas, alimentos y energía- tendencialmente va por debajo de los precios de los bienes industriales que exportan los ricos.
Mas ahora, al concluir el primer semestre de 2006 vemos que los precios de los productos industriales de la zona del euro, crecieron, en tasa anual, un 6,0%; los de Gran Bretaña, un 3,3%; los de Estados Unidos, un 4,9% y los de Japón, un 3,3%.
En cambio, según «The Economist» de 22 de julio de 2006, en el mercado mundial, el 18 de julio de 2006, también en tasa anual, los precios de los alimentos aumentaron un 7,2% -véase también el artículo de Kevin Morrison, «Crop prices grow as heatwave hits» en «Financial Times», 22/23 julio 2006-; los de los productos rurales que son materias primas industriales, un 15,3%; las materias primas metálicas, un 85,0%, y el petróleo, un 28,5%. El mineral de uranio, según Michael Arndt en «Business Week» de 31 de julio de 2006, se cotiza ahora un 350% por encima de los precios de 2003, y Merrill Lynch prevé también subidas futuras espectaculares en este mercado. Y sobre el aumento de precios del carbón léase el artículo de Thomas K. Grose «Coal´s bright future», en «Time» de 24 de julio de 2006.
Pero China, al crecer su PIB en tasa anual en junio de 2006 un 11,3%, y su formación bruta de capital, en el mismo periodo, un 29,8%, crea un desequilibrio interno. Zhen Jinping, un experto de la Oficina Nacional de Estadísticas china, según «Le Monde» de 20 de julio de 2004, señala que esta inversión «es excesiva y el crédito está sobredimensionado». Si es así, las empresas pueden no ser capaces de hacer honor a sus créditos. Pero, como también decía en ese número de «Le Monde» Pierre Antoine Delhommais, si se frena ese sobrecalentamiento, ¿no puede alzarse un caos socioeconómico? ¿Y qué otro desequilibrio se originaría en los mercados mundiales?