La industria petrolera internacional lleva más de un siglo de haberse ganado a pulso la peor fama en el mundo del capitalismo salvaje, gracias a sus métodos despiadados para aplastar a todo aquel que se haya opuesto a sus ambiciones desmesuradas, lo cual México ha sufrido en sus “veneros que escrituró el diablo”, según López Velarde, que han sido el gran botín y la eterna disputa que la Revolución Mexicana no se atrevió a tocar ni con el pétalo de una rosa durante 28 años, hasta que ya en su plena declinación Lázaro Cárdenas la expropió.
En 1974 un nuevo asalto de los piratas petroleros inició con un embargo en Medio Oriente, que culminó con un alza escandalosa de precios que inundó de dólares a nuestro país, llevándonos a una juerga de inmoralidad y corrupción, que en 1982 explotó con la quiebra más estrepitosa de las finanzas públicas, la cual empezó a desmantelar al “ogro filantrópico”.
Ahora, nuevamente, los chacales petroleros salieron a hacer de las suyas, y desde 2003 hasta la fecha volvieron a incrementar despiadadamente los precios del petróleo, cuya extracción en el Medio Oriente no cuesta ni tres dólares, y que ellos ahora lo venden en 72, generando así la especulación más impía e injustificada de 2,500%, convirtiendo al mundo entero en su rehén.
Para pagar ese atraco se inició la producción masiva de “petrodólares” que fueron destinados específicamente a la banca internacional, que los recibió con la consigna de aplicarlos al financiamiento hipotecario, para así impulsar a la industria de la construcción, que inundó al mundo entero de viviendas e inmuebles comerciales que fueron financiados con aire, humo y el engaño de esos “petrodólares virtuales”.
Este “inmenso trinquete”, que inicialmente redujo las tasas de interés prácticamente a cero, también produjo el déficit presupuestal más grande en la historia de Estados Unidos de América, vinculado con los costos brutales del conflicto en Irak, donde se halla una de las reservas petroleras más grandes del mundo, que ha sido factor fundamental para mantener los precios del petróleo a los niveles que estamos sufriendo.
Este fenómeno de falso crecimiento, al no poder incrementar aún más los precios del petróleo, está empezando a reventar en las bolsas mundiales que han sufrido un grave quebranto, que sólo pudo salvarse del crack gracias a las enormes inyecciones de circulante que los bancos centrales le hicieron al sistema financiero, sobre todo la semana anterior, para aminorar con ello las tasas de interés, que habían pasado de 2% a más de 7%, lo que provocó que las hipo-tecas ya no pudieran ser pagadas por aquellos que creyeron que iban adquirir viviendas en forma casi gratuita y especular con ellas, y que ahora abandonan dichas propiedades, generando la quiebra múltiple de las entidades financieras paralelas, que los bancos propiciaron para encubrir este fraude hipotecario.
En nuestro país, a partir de 2004, la multiplicación de los precios del petróleo convirtieron esas percepciones en 40% de nuestros ingresos fiscales y en la tabla de salvación momentánea frente al derroche presupuestal, el déficit de operación y los pasivos en jubilaciones y en créditos diferidos; y ahora que la bolsa se cimbra, el peso se debilita, el precio y la producción del petróleo declinan y la construcción comienza a frenar su dinámica, el inmenso fraude mundial de los “petrodólares” está a punto de explotarnos en la cara para ratificar nuevamente las predicciones apocalípticas del poeta López Velarde, que tantas veces hemos sufrido.
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Doctor en Derecho
