El primer ministro británico, David Cameron, días atrás declaró ante la Cámara de los Comunes que "mientras las islas Falklands (Malvinas) quieran ser territorio soberano británico deben seguir siendo territorio soberano británico. Punto. Final de la historia", visto que los actuales habitantes así lo prefieren. Declaraciones que, por cierto, activaron todo el aparato de "motivación nacionalista" existente en Argentina.
Demás
está decir que los más furiosos fueron los políticos, porque para ellos
"soberanía" significa un territorio donde pueden ocupar puestos y
cobrar impuestos para vivir como reyes, cosa que los británicos les están
impidiendo a los argentinos suplantándolos por los algo más discretos políticos
británicos. Y a esto sí podría llamársele "colonialismo", en el
sentido de ocupación militar con el fin de explotar a los habitantes.
Lo
cierto es que con fanatismos irracionales se ganan votos, se hace demagogia,
pero a la patria (la tierra de los padres, del latín, patria, familia o clan,
patris, tierra paterna, pater, padre) se la construye con verdad, trabajo
honesto y vocación de servicio. Los actuales habitantes de las islas (invadidas
por los ingleses en 1833, unas siete generaciones atrás) nacieron allí sin
saber historia ni lo que hicieron sus antepasados, simplemente allí nacieron y
allí tienen a sus hijos, padres y abuelos, sus casas, trabajos, escuelas,
hospitales y tumbas. Son personas, seres humanos, libres por voluntad de Dios,
que merecen el respeto que les cabe.
Hoy, en
uso de su natural libertad han decidido no ser argentinos (buena oportunidad
para reflexionar sobre por qué no quieren serlo) y deben ser respetados: es una
exigencia moral insoslayable para cualquier persona de bien, de la nacionalidad
que sea, el respetar los derechos humanos de estas personas. Las Malvinas serán
argentinas cuando convenzamos a sus habitantes, que viven en la tierra de sus
padres (como nosotros en la nuestra sin que nadie amenace con quitárnosla),
para que voten por Argentina. Cabe exigir también a los políticos locales que,
de la misma manera, respeten la libertad de los argentinos que allí quieran
radicarse que luego, es de esperar, votarían para que las islas sean
argentinas.
Y lo
serán cuando la libertad, y el consecuente respeto a las personas, hagan de
Argentina un país grande al que todos quieran pertenecer, incluso más que EEUU
que aunque lejos de la perfección es el más preferido por los millones de
inmigrantes de todo el mundo. Hoy, el gobierno argentino, quiere imponer por la
fuerza lo que no puede ganar por mérito. De haber tenido éxito la guerra de
1982, cuando el gobierno sudamericano intentó "recuperar" las islas,
habría pasado a la "historia oficial" como "gesta emancipadora",
pero fracasó y entonces la repudian y dicen que solo actuarán a través de la
paz. Pero resulta que los fondos con que se manejan los políticos se obtienen
de modo coactivo (por vía impositiva) de los ciudadanos, muchos de los cuales
están en desacuerdo con entregar sus dineros para estas vicisitudes.
En fin,
en cualquier caso, queda claro que quién diga que Argentina reclama la
soberanía sin importar la natural libertad de las personas que allí viven,
miente, en todo caso será una parte del país, pero no todo porque hay muchos
argentinos que no quieren esta soberanía en tanto signifique violar los
derechos humanos de sus habitantes.
**Miembro
del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
alextagliavini@gmail.com