La líder del Sinn Fein se ha convertido en la ganadora moral de las elecciones de Irlanda tras una campaña decisiva.
Gerry Adams se quitó simbólicamente los zapatos al dejar
la presidencia del Sinn Fein y Mary Lou McDonald, con fama de mujer aguerrida,
se subió a sus tacones pisando fuerte. Ocurrió hace dos años, en el calculado
relevo al frente del partido republicano, cuando el líder histórico -consciente
de su techo electoral por el espectro ineludible del IRA- decidió ceder el
testigo a su pupila aventajada, que llevaba casi diez años aprendiendo todo lo
que sabe de política a su sombra.
Llegó pues Mary Lou con sus propios zapatos, agradeciendo
el apoyo a su mentor pero recalcando que no aspiraba a llenar su vacío. Al fin
y al cabo, era difícil imaginar dos líderes más distintos y distantes. Adams
creció en el lado combativo y católico de Belfast y vivió desde dentro la lucha
armada. McDonald nació en el barrio pacífico y de clase media de Rathgar en
Dublín, fue educada en un colegio religioso y estudió literatura inglesa en el
Trinity College (donde se familiarizó también con el español).
A sus 50 años, la nueva líder del Sinn Fein ha hecho
bueno el eslogan oficioso en gaélico del partido, creado en 1905 por Arthur
Griffith: "Tiocfaidh ár lá" ("Nuestro día llegará"). La
penúltima vez que el Sinn Fein hizo historia fue en 1918, también en sábado, y
en la antesala de la "partición" de Irlanda. Más de un siglo después,
superado ya el bagaje de los años turbulentos, el partido republicano vuelve
por sus fueros y aspira ahora a un referéndum de "unidad" de la isla
en los próximos cinco años.
"Estamos en el principio del fin de la partición de
Irlanda", aseguró McDonald en una entrevista concedida a ELMUNDO.es al
poco de su elección como presidenta del Sinn Fein. "Todo está cambiando
muy rápido, y no solo en la república, donde hemos pasado por una 'revolución
invisible' en apenas tres años. En el norte se está produciendo también un gran
cambio generacional. La gente va casi siempre por delante de los
políticos".
Mary Lou McDonald empezó precisamente su vida política a
los 20 años en el partido centrista Fianna Fail. Duró poco en sus filas, aunque
esa complicidad fugaz con el bipartidismo a la irlandesa (compartido con el
democristiano Fine Gael) pesaría en su contra en el momento de dar el salto al
Sinn Fein. De hecho, su aceptación total en la filas del partido republicano no
se produciría hasta el 2004, cuando fue elegida eurodiputada y supo ganarse una
reputación constructiva en Bruselas. En el 2009 sustituyó a Pat Doherty como
vicepresidente del Sinn Fein, y desde entonces siguió los pasos de Gerry Adams,
empeñado en consolidar la presencia del partido a ambos lados de la frontera.
"Unos me han criticado por no ser suficientemente
republicana y otros precisamente por todo lo contrario", admite McDonald,
consciente de los recelos que despertó de entrada entre los votantes
irlandeses. Su participación en un acto de homenaje al militante del IRA Seán
Russell o la venta de 'souvenirs' de la lucha armada en sus pasadas campañas
reavivaron las reservas de los votantes que aún consideran al Sinn Fein como un
partido "con las manos manchadas de sangre".
El pasado turbulento persiguió durante la campaña del 8F
a McDonald, obligada a mostrar sus condolencias a la familia de Paul Quinn,
asesinado por un grupo de disidentes republicanos en 2007. "El IRA ya no
existe", recalcó la líder del Sinn Fein a este periódico. "Quienes
hostigan la violencia se hacen llamar disidentes y se venden como algo 'nuevo',
pero yo diría que son delincuentes y gángsteres".
Una mujer en un ambiente de hombres
Su momento decisivo en estas semanas fue sin duda su
aparición, ganada a pulso, en el debate televisivo frente al primer ministro,
Leo Varadkar (Fine Gael), y el aspirante Michéal Martin (Fianna Fáil). Su ex
rival política y sin embargo admiradora Mary O'Rourke, ha llegado a definir a
McDonald como "una mujer con agallas y muy directa, capaz de abrirse paso
en un ambiente dominado por los hombres".
Acusada de subirse a la ola populista desde la izquierda,
sin nada que perder y mucho que ganar, la líder del Sinn Fein cimentó su
remontada en las encuestas en las mujeres y en los jóvenes. La promesa de
100.000 viviendas sociales caló hondo en el voto primerizo, esa nueva
generación de irlandeses que ha impulsado los fulgurantes cambios sociales de
los últimos cinco años, desde el referéndum a favor de los matrimonios gays a
la consulta de la legalización del aborto que fue considerada como un hito en
la historia del país más católico de Europa occidental.
El cambio está en el aire, y la líder del Sinn Fein (con
su reconocible chaqueta verde) ha sabido aprovechar también ese sueño hasta
ahora inconfesable de "unidad" irlandesa, impulsada por el Brexit. A
un año del centenario de la partición de Irlanda, McDonald considera que ha
llegado "el momento de abrir una gran conversación nacional y construir
algo parecido a un consenso". El referéndum de unificación está en el
horizonte, pero la líder del Sinn Fein asegura que no tiene prisa. De hecho, la
promesa original de una consulta en cinco años ha ido cediendo paso a una propuesta
más moderada que incluya un diálogo norte/sur.
"Si algo le debemos a Gerry Adams ha sido el avance
del Sinn Fein hasta convertirse en el único partido con una fuerte presencia a
ambos lados de la frontera", atestigua McDonald, que ha encontrado a una
socia a su medida en Michelle O'Neill, la heredera de Martin McGuinness en
Belfast. El Sinn Fein se quedó de hecho a falta poco más de 2.000 votos para
lograr la victoria en las últimas elecciones en el Ulster. Con presencia en los
dos gobiernos, la líder del Sinn Fein aspira a convertir el partido en la
fuerza unificadora en la década del cambio en Irlanda.
Desde su llegada a la presidencia del Sinn Fein, Mary Lou
McDonald no ha dejado de hacer guiños a Cataluña y País Vasco. "No podemos
comparar los dos casos con Irlanda, pero tampoco podemos devolver el genio a la
botella", advierte, en el momento de proclamarse partidaria de la
"autodeterminación" y de formular un consejo en español,
perfeccionado durante sus estancias en la Costa del Sol y en Almería: "Confiad
en el pueblo".