La "premier" Liz Truss convocó el viernes en Downing Street a la plana mayor de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR) con la intención de ganar credibilidad y calmar a los mercados. La reunión, que concluyó al cabo de 48 minutos, no logró sin embargo el efecto deseado. La libra inició una nueva tendencia descendente tras haber alcanzado la cotización que tenÃa frente al dólar (1,12) la semana pasada, antes del controvertido anuncio del mayor recorte fiscal en medio siglo en el Reino Unido.
El Gobierno de Liz Truss había decidido eludir hasta la
fecha la supervisión por parte de la OBR, creada hace 12 años para velar por la
gestión de las finanzas públicas. Tras el encuentro en Downing Street, la
oficina presupuestaria se comprometió a tener lista la evaluación del nuevo
presupuesto el 7 de octubre, pero el Gobierno se reservó el derecho a demorar
durante seis semanas la publicación de sus conclusiones, lo que provocó de
nuevo la inquietud en los mercados.
El encuentro personal entre la "premier" y el
direcctor de OBR, Richard Hughes, es algo inusual, dado el carácter "no
departamental" del organismo público, que se ha visto en el ojo del
huracán en medio de la tormenta financiera. Truss y su secretario del Tesoro,
Kwasi Kwarteng, se vieron, sin embargo, forzados a dar ese paso por las
presiones políticas y por la reacción de los mercados ante el previsible
agujero fiscal de más de 50.000 millones de euros en el presupuesto.
"En el espacio de una semana, hemos pasado de
ignorar el trabajo de la OBR a ver a la "premier" asistiendo en
persona a sus reuniones", declaró el ex secretario del Tesoro George
Osborne. "Es una manera de devolver la credibilidad a la institución
creada hace 12 años precisamente para dar honestidad a las finanzas
públicas".
PRESUPUESTO
Pese al ligero viraje de Liz Truss, hasta ahora reacia a
ponerse bajo la lupa de la OBR, los analistas consideran que el movimiento
llega demasiado tarde y que los inversores no pueden esperar hasta el 23 de
noviembre para tener la primera "evaluación" fiscal del presupuesto.
Las declaraciones de la "premier" el jueves,
eludiendo la responsabilidad por el caos financiero y defendiendo con firmeza
sus medidas como el "plan correcto" para hacer crecer la economía,
tuvieron un impacto más bien negativo.
Las sensación de tensa "normalidad" con la que
arrancó el viernes dejó paso a una renovada inquietud, una semana después del
anuncio de los recortes fiscales que provocaron la caída libre de la libra y
fozaron la intervención de emergencia del Banco de Inglaterra, con la
adquisición del equivalente a 75.000 millones de euros en bonos para aplacar la
tormenta financiera.
La sacudida de la última semana ha tenido sin embargo ya
un grave impacto en la vida de los británicos, con la retirada de más del 40%
de las ofertas de productos hipotecarios por temor a nuevas subidas de los
tipos de interés y el temor a un desplome del mercado inmobiliario en los
próximos meses. A la crisis energética y del coste de la vida, se ha unido en
estos días la máxima preocupación por el futuro de las hipotecas y de los
fondos de pensiones.
Las "Trussonomics", como se conoce popularmente
a las medidas neoliberales introducidas por la "premier" para
estimular la economía, han tenido también de momento un enorme coste política.
El Partido Conservador se ha desplomado vertiginosamente en las encuestas y
figura a 33 puntos por debajo del Partido Laborista (54% a 21%), el doble que
en el arranque de la semana.
Decenas de diputados "tories" han cuestionado
la credibilidad económica de la "premier" en la antesala de la
conferencia nacional del Partido Conservador que se celebra a partir del
domingo en Birmingham, en medio del tumulto creado por la propia Truss antes de
cumplir siquiera un mes de su llegada a Downing Street.