Puede parecer una ironía. Mientras el Congreso debate, sin consenso,una reforma política en la que está empeñado hasta el expresidente de la república, Lula da Silva, y que pretende, entre otras, cosas disminuir el número de partidos políticos, el SupremoTribunal Electoral acaba de dar luz al nacimiento del vigésimo octavo partido político, el Partido Socialista Democrático (PSD), fundado por el actual alcalde de São Paulo, Gilberto Kassab, que había militado hasta ahora en el Demócratas (DEM), partido conservador y de oposición.

El PSD, que ha conseguido para ser legitimado cerca de medio millón de firmas en todo el país, nace ya con 50 diputados, varios senadores, algunos aún por definir, dos gobernadores y seis vicegobernadores. Kassab afirmó hace un año, cuando anunció su deseo de crear un nuevo partido, que “no sería ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro”.

En una entrevista publicada hoy por Folha de São Paulo, Kassab anuncia que, en un “manifiesto a la nación”, su primera propuesta será la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, con poderes exclusivos para reformar la Constitución. Según él, la sociedad “está madura” para ello y exige las grandes reformas pendientes en Brasil, como la política, la de la Seguridad Social, la tributaria, la administrativa, etc.

El PSD nace con vocación de gobierno y no de oposición y ha adelantado que “si en 2014, Dilma Rousseff lo ha hecho bien será natural apoyar su candidatura”.

Algunos analistas políticos consideran que están confluyendo en el nuevo partido muchos de los descontentos, sobretodo de los partidos de la oposición que prefieren estar con el Gobierno para poder recibir su “protección”.

Quizás por ello, el diario Folha de São Paulo critica hoy con dureza en su editorial "Factoide do PSD" la creación del nuevo partido. Según el diario paulista, en el proyecto del PSD “subsiste el cálculo pragmático para poder llegar al poder o asociarse a él a cambio de cargos y favores”.

El anuncio de la petición de la creación de una Asamblea Constituyente para 2014, año de elecciones presidenciales, ha sido considerado más bien como una operación publicitaria llamada a fracasar, ya que difícilmente tendrá el visto bueno de los otros 27 partidos oficiales.

Hay quien, sin embargo, hace notar la tenacidad de este político, alcalde de la gran São Paulo, una de las mayores megalópolis brasileñas, que de la nada puede convertirse en días en la tercera fuerza política del país con pretensiones incluso de sustituir un día al poderoso Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), sin el que hoy nadie en Brasil ha sido capaz de gobernar. Y ya ha dado a entender que podría presentar candidato propio a las presidenciales en 2014.