Más aún, se comenta en los círculos políticos y diplomáticos brasileños que la desaparición de Chávez, amigo personal de Lula, podrá, incluso, fortalecer la influencia de Brasil en la región al mismo tiempo que lo ayudará a tener “mayor espacio en las relaciones internacionales”.

Es esa, por ejemplo, la reflexión hecha por el catedrático de la Universidad de Campinas, el sociólogo Flávio de Silva Mendes. Según él, Brasil ya tenía con Chávez un peso mayor que Venezuela en el continente, aunque la “retórica” ruidosa del líder venezolano hiciera colocar a veces a su país en primer plano de la atención regional y hasta internacional.

Sin él, los países de su marco de influencia como Argentina, Cuba y Bolivia pierden peso en la región y adquieren mayor peso y protagonismo los países “centristas”, de la órbita de Brasil. A pesar de las simpatías de Chávez por Brasil y concretamente por Lula, lo cierto es que, según Silva Mendes, ambos países tuvieron siempre una “visión diferente de la integración regional”.

La estrategia, por ejemplo, de Chávez en los tres países que giraban más en su órbita era de carácter “ideológico”, mientras que la de Brasil y los países más cercanos a él es una estrategia “económica” y no ideológica que pasa por el Mercosur y la internacionalización de las empresas.

Las divergencias entre el chavismo y el llamado lulismo eran claras a pesar de la amistad que siempre unió a los dos líderes. La tarde en que se conoció la noticia de la muerte de Chávez, la presidenta Dilma hizo unas declaraciones llenas de afecto por el pueblo de Venezuela y por Chávez quien, dijo, “fue siempre amigo del pueblo brasileño”. Pero añadió una frase emblemática: “A pesar de que no siempre sintonizábamos con sus ideas”, refiriéndose al líder venezolano desaparecido.

Los analistas aseguran que Brasil seguirá teniendo buenas relaciones con el gobierno de Venezuela, sea este una continuación del sueño ideológico de Chávez con Maduro o gane la oposición con Caprile. Se recuerda hoy que el líder de la oposición venezolana durante su campaña presidencial confesó que su deseo era seguir en Venezuela las huellas de Lula en Brasil.

Aún continuando un Gobierno que, por el momento, siga las esencias chavistas, en Brasil se piensa que nunca será con las características de Chávez. Primero porque los mitos son irreemplazables y, segundo, porque el poschavismo, que ya estaba dividido en su interior aunque no apareciera, va a encontrar dificultades, por ejemplo, en seguir la política exterior del líder fallecido con países como Irán, Siria o Corea del Norte.

Eran relaciones muy personales de Chávez con los líderes de aquellos países apoyadas en su retórica contra los Estados Unidos, que ni todo el mundo chavista compartía.

Es más fácil que en los nuevos rumbos de Venezuela, con un gobierno de continuidad chavista o de oposición, ambos gobiernos se inspiren y se apoyen en sus programas económicos en el pragmatismo centrista de Brasil. Este país ha sabido, en efecto,  conjugar desarrollo económico con fuertes programas sociales, manteniendo firmes sus instituciones, su vocación democrática y su defensa de todas las libertades y de todos los derechos civiles.