En diciembre pasado, apenas el 39% de los ciudadanos creía que la guerra de Afganistán era inútil. Esos datos contienen un aviso muy serio para la Casa Blanca: la oposición se concentra en la izquierda, que parece haber asumido que los afganos llevan en guerra desde hace dos siglos y medio y no tiene sentido tratar de convencerles de que dejen las hostilidades.

Es muy probable que durante el próximo verano Obama se enfrente a una rebelión de los congresistas de izquierda, crecientemente nerviosos ante la posibilidad de que Afganistán les cueste la reelección en las legislativas de noviembre de 2010.

La Administración insiste en que si se limita la presencia de EEUU y sus aliados a unas pocas bases -una tesis propuesta por el profesor de Harvard Rory Stewart-, se estará repitiendo el error de 1992, cuando Washington se olvidó de Afganistán y el país se llenó de radicales islámicos.

Una retirada de EEUU y la OTAN sería una victoria para Pakistán, que lleva años esperando a que los estadounidenses se cansen y se retiren para hacer de Afganistán un protectorado 'de facto', como sucedió con los talibán.