No hubo sorpresas en el pronunciamiento de las urnas. Es que Bachelet representa a la Concertación Democrática (coalición de centroizquierda integrada por democristianos, socialistas y otros partidos menores —excepto los comunistas— opositores a la dictadura), coalición que ha actuado con ejemplar coherencia y se ha mantenido en el poder tras la salida democrática del régimen de Pinochet.

Bachelet obtuvo una clara ventaja sobre el candidato derechista Sebastián Piñera, también poseedor de un pasado de crítica y oposición a la dictadura y sus crímenes, pero que venía enancado por los viejos sostenedores del anciano General. Y se enfrentaba a una candidata respaldada por una coalición que ha catapultado a Chile como potencia económica.

No cualquier gobierno deja a su sucesor un país en franco crecimiento, con proyecciones de una mejora para 2006 del orden del 6%, con récord de inversión, inflación controlada y desempleo en márgenes acotados.

También Chile tiene el problema social que plantean los derechos humanos de las víctimas de la dictadura, en vías de resolverse definitivamente. Tras el embate del juez español Baltasar Garzón de procesarlo en España, el dictador se halla acorralado. Llueven las causas en contra por los crímenes de su régimen y a ello se le han sumado graves denuncias de corrupción e ilícitos económicos. El final es previsible.

El problema más grave que enfrentará la Presidenta será de límites con sus vecinos Bolivia y Perú. Pese a la señas de distensión que lanzó Evo Morales, Chile ha acumulado sus tropas en la cabecera norte del país. Es que Bolivia siempre ha reclamado una salida al mar y la posibilidad de un triunfo de Ollanta Humala en Perú acerca un peligroso toque de incertidumbre a las relaciones entre ambos países. "A Chile iré subido en un tanque", dijo a una cadena de televisión de EE.UU. el candidato peruano.

Al margen de ello, los mejores deseos de éxito en su gestión para la futura mandataria.