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27/01/2006 | La del tero

El País Editorial (UY)

En este enero que ya se va hemos visto y oído quizá demasiado al Canciller, que a sus limitaciones naturales le ha agregado un evidente desgaste mediático con el asunto de las papeleras y sus idas y venidas con el Tratado de Libre Comercio.

 

Es sobre este tema que vamos a editorializar hoy intentando transmitir una serie de dudas que actores experimentados en el comercio internacional se plantean y nos las hacen llegar respecto a qué es lo que se propuso el Ministro de Economía con sus declaraciones públicas que levantaron tanta polvareda y si detrás de la piedra no habrá un cangrejo que podría estar ocultando el gobierno, aplicando la estrategia del tero, de poner los huevos en un sitio y gritar en otro.

Hasta que Astori habló, con la importante excepción del Tratado de Inversiones con Estados Unidos, la agenda de los acuerdos internacionales del país atendía exclusivamente a compatibilidades ideológicas, como si el objetivo fuera formalizar matrimonios antes que alianzas comerciales. El caso de Venezuela es uno, el inusitado interés en incorporar a Bolivia como miembro pleno del Mercosur luego del éxito electoral de Morales es otro.

Ahora resulta que pocos días después que el Canciller brasileño Amorim nos mostrara enérgicamente una tarjeta naranja por si formalizábamos el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Lula, abrazado con Kirchner desautorizó abiertamente a su Ministro (parecería que los Cancilleres mercosurianos de hoy están condenados a este tipo de desaire por sus Presidentes) prendiéndole luz verde a Uruguay para que haga lo que a sus intereses comerciales le convenga, pues negarle esa autorización —dijo "el ocupante precario de la Casa Rosada" como con elocuencia otros editorialistas y columnistas del diario le recuerdan continuamente esa condición— sería "una atrocidad". Atrocidad por atrocidad, habría que recordarle a Kirchner su tolerancia a los flagrantes delitos de violencia privada cometidos por sus súbditos en los puentes de acceso a nuestro país, pero no nos desviemos del tema.

Nos preguntamos entonces si no será que los dos Presidentes no estarán convencidos, como mucha gente aquí, que ese Tratado es punto menos que inviable y fracasó incluso pocos años atrás, cuando Batlle hacía arrumacos con Bush.

Pensamos que para la negociación de este Tratado a Uruguay deberían interesarle fundamentalmente tres objetivos: que la carne y los lácteos ingresen al mercado estadounidense sin cuotas ni aranceles y también exonerados de arancel los textiles y la vestimenta, por citar los casos más claros y, por último y más importante, que se nos garantice no otorgar a nuestros competidores el mismo trato, con lo cual las preferencias y las ventajas serían inevitablemente de corto plazo.

Reiteradamente Estados Unidos ha demostrado en los hechos no estar dispuesto a darnos lo que nos sirve —como se lo da a países del Caribe, a los que producen coca y a algunos otros— por lo cual esto debe mirarse como muy difícil para Sagitario. El tema además ni siquiera depende de la voluntad de Bush. Lo resuelve el Congreso, integrado por Senadores de los Estados que protegen estas industrias y producciones. Entonces parecería que tienen razón quienes advierten que el problema está planteado al revés: la concreción del tratado no depende de lo que querramos nosotros, sino de lo que quieran ellos. Y si Astori lo sabe, como tiene que saberlo ¿por qué salió de golpe y porrazo a publicitar una iniciativa de resultado tan dudoso? ¿Habrá sido para picanear a los zurdos más zurdos y jugar para la interna? ¿O será una nueva muestra que dentro de los zurdos hay menos zurdos y más ambidiestros de lo que creíamos antes de las elecciones, destreza manual demostrada reiteradamente por su facilidad para cazar al vuelo de la perdiz cargos y posiciones?

AL otro país que mencionó Astori fue a China. El caso es diferente. Si con cancillerías de larga tradición como portuguesas y brasileñas la negociación ha sido complicada, con los chinos lo será muchísimo más. Tienen una larga experiencia. Recuérdese que a los europeos los hacían atravesar el Asia entera a pie durante más de mil años, en la conocida ruta de la seda, para venderles su producto. Tanto a Argentina como a Brasil les prometieron comercio a cambio de su voto para ingresar a la OMC y sólo les compran materia prima pura con valor agregado cero. Al contrario, Azaleia, la fábrica más grande de calzado de Brasil, en trance de pasar operaciones a China empezó por poner en la calle ochocientos empleados, como informa el último número de la revista "Exame" bajo el título de "O dólar asusta".

Se ha informado también que en China la empresa Louis Vuitton entabló una demanda por U$S 300.000 por falsificación de firma, y que el Juez —en China entre otras carencias institucionales no hay separación de poderes por lo que hay que hablar del Estado, del Partido— le dio la razón pero fijó la "ejemplarizante indemnización" en U$S 24.000...

Dentro de esta línea de escepticismo cruel que nos enfrenta a la realidad del mundo de hoy, tampoco serviría un tratado de libre comercio con China salvo que se quiera lucirse con los números y aumentar el volumen y valor de las exportaciones, pero sin valor agregado alguno, dejando por el camino el trabajo de los uruguayos.

Insistimos que algunos piensan que si a algo debería aspirar el gobierno —si tuviera una política comercial coherente— además de posicionarse mejor en el Mercosur, también debería buscar seriamente otros mercados más ricos que nosotros que tengan tamaño razonable y principalmente que no sean demasiado codiciados por nuestros competidores, como podrían ser por ejemplo Rusia, Noruega, Suiza, los países del Este europeo aún no integrados a la Comunidad. Es el papel que hoy juega México en nuestro comercio exterior, con tan buenos resultados.

Desde esta óptica, la estrategia del tero es la correcta, peguemos el grito de Estados Unidos, o de China, pero aprovechemos el permiso que nos dan para negociar con otros países más viables y convenientes, porque el huevo tiene que estar realmente del otro lado del cual el tero grita. De lo contrario, la estrategia sería la del tero tonto.

Son temas para reflexionar, escuchando todas las opiniones.

El País (Uy) (Uruguay)

 



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