Algunas cosas han cambiado desde entonces. Los problemas internos han empezado a pesar mucho más en Venezuela, y Chávez mucho menos en América Latina. El crudo de Caracas sigue influyendo, pero los izquierdistas de la zona, como Rafael Correa o Evo Morales, ya no se sienten tan cómodos a la sombra de un supercaudillo con agenda propia.

En el 2006 el chavismo no solo era un temor entre buena parte de la población. También era una manera de explicarse a un Humala que era una cantidad política poco conocida. Cinco años después la cosa es algo más compleja, y hoy existe más de una hipótesis sobre quién es Humala y hacia dónde podría dirigirse desde la presidencia.

El abanico es amplio, y en sus dos extremos podríamos encontrar: a. el desmontaje de aspectos claves del modelo de crecimiento económico neoliberal, y b: la legitimación de ese mismo modelo desde la izquierda, como ha ocurrido en Brasil y Chile. Por el momento Humala no parece orbitar claramente en torno de alguna de las dos opciones.

Un aspecto incongruente en la campaña Cuidado con Chávez que se inicia es que ella parece basarse en la idea que los simpatizantes de Humala hasta aquí han ignorado la existencia de ese vínculo, tenue o fuerte, y sus implicancias. Si hay chavismo en el ambiente, consideremos la posibilidad de que este incluya a los que piensan votar por Humala.

La gente no solo simpatiza con Humala (en el variable porcentaje que le dan diversas encuestas), sino que parece estar harta de la ramplona satanización que viene practicando desde hace decenios la extrema derecha contra toda idea avanzada en este país, sea esta políticamente liberal o izquierdista.

En cuanto a Chávez mismo, este vuelve a confirmar que no puede quedarse callado. Le hubiera hecho un favor a Humala no diciendo nada. Pero parece que le da más o menos igual ser artífice de una victoria o de una derrota en la región. ¿Estarán Lula o Dilma Rousseff dispuestos a hacerle una limpia a Humala antes de la segunda vuelta?