La cercanía de Brasil a la campaña de Humala es real, pero no es oficial ni orgánica. Una parte del Partido de los Trabajadores, PT, del país vecino simpatiza. Hay, como se sabe, un importante asesor electoral que viene de Brasil. Algunos CEO brasileños se han tomado fotos de grupo con el comandante. Lula pondría todo eso en foco.

Cuando apareció el escenario brasileño como contrapeso del imputado chavismo, los críticos de Humala se olvidaron de la geopolítica y volvieron a los temas de economía política local. Aun si Perú no es Brasil, una foto con Lula, garantía de gestión capitalista moderna, ayudaría al candidato en este último tema.

Pero la presencia de Lula no va a reemplazar una explicación convincente sobre rumbo económico, que le está faltando a gritos a Humala. Buena parte de Lima y de los sectores A/B están dando por sentado que Keiko Fujimori mantendrá los buenos tiempos económicos en su sitio, y opina lo contrario sobre Humala.

Hasta el momento y en términos generales esta elección se está resolviendo como una lucha que decidirán dos confrontaciones: Lima vs. provincias, y los de arriba vs. los de abajo. Lula tendría que funcionar como arma para seducir limeños de capas medias hacia arriba, y eso supondría la oportunidad de dirigirse a esos sectores remisos a Humala.

Quizás una visita de Lula sería buena oportunidad para que el candidato precise y transparente sus puntos de vista sobre las relaciones exteriores peruanas en la región. En este aspecto viene mostrando opacidad y falta de reflejos que sin duda están costándole votos. Sobre todo en el tema de la gestión peruana en La Haya.

Que el ex presidente brasileño es un activo político atractivo lo demuestra que la propia Fujimori haya declarado hace poco que de ganar piensa moverse entre la política de seguridad de Álvaro Uribe y la política social de Lula. Si llega a pisar Lima (sería por tercera vez en pocos años) Humala tendrá que encargarse de que no se lo quiten.