Quien más a pecho se ha tomado el reciente exabrupto de Alan García sobre el 2011 es Alejandro Toledo. Los demás indignados ya han bajado el tono, pero Toledo simplemente no logra calmarse. Al grado de haber declarado a García un peligro para la democracia. Da la impresión de que la frase de García hubiera sido especialmente para él.
Si bien el dictum de García fue lanzado en el contexto específico de una defensa del actual clima de negocios, no descartemos que haya sido lanzado pensando también en Toledo. Precisamente en estos días el líder de Perú posible está dedicado a convencer a colegas de que su segunda presidencia es indispensable para frenar a los satanases del antisistema.
Si es que estamos ante un caso de inquina presidencial, esta es comprensible. Luego de que Valentín Paniagua y sus caviares circundantes le abrieron el camino legal de vuelta a la política local a García, Toledo se pasó cinco años haciendo enormes esfuerzos por hacerle la vida imposible a quien fue su competidor del 2001.
El instrumento de esa decisión fue su socio político y profesional del antialanismo Fernando Olivera, FIM, el cual dedicó esos años a mantener al Apra todo lo arrinconada que se pudiera. Incluso como ministro de Justicia instaló a un severo perseguidor de García ante la corte de Costa Rica, quien no logró más que los perseguidores fujimoristas de otrora.
La pequeña historia cuenta que el encono de Toledo fue porque en algún lugar de Francia García le había prometido que no sería candidato, y luego lo terminó siendo. Pero eso suena flojo. Más fácil es pensar que Toledo necesitaba los votos del FIM en el Congreso para hacer mayoría, como ahora García los del impresentable fujimorismo.
El balance de todo esto es que Toledo no necesita Museo de la memoria para darse cuenta de que el Apra no le va a facilitar en lo más mínimo su proyecto de candidatura presidencial. Un Apra en contra y un García dedicado a buscar aliados en muchas canteras siempre es un handicap serio para un Toledo predicador de la religión del frentismo.
Pero quizás Toledo no se ha dado cuenta de todo esto, o sí se ha dado cuenta pero no le da importancia, y más bien está convencido de que indignarse mucho atrae a los medios y gusta al público. Quizás tiene razón, en el sentido de que el show de la indignación es hoy, y para el show “he sido vetado por el Apra” todavía falta un buen tiempo.
La situación de un candidato de derecha en el 2011 tiene parámetros muy claros. De un lado tendrá que enfrentar con energía al candidato de la protesta contra el modelo y de otro tendrá que entenderse, en lo estrictamente político, con mister guardián del modelo. Al no poder hacer ambas cosas Toledo, por lo menos en eso, hoy no parece de derecha.