A pesar de los compromisos de racionalidad que le formuló en las últimas horas Evo Morales a Luis Inacio Lula Da Silva, el choque frontal entre ambos países está muy lejos de ser superado porque ha dejado huellas demasiado profundas.

En la región hay una coincidencia central en el sentido de que nada será igual desde que el gobierno de La Paz dispuso la nacionalización de sus recursos energéticos con el auspicio político del venezolano Hugo Chávez, pero sin contemplar los términos de los acuerdos vigentes con algunos de sus vecinos, como Brasil y Argentina. Y en ese sentido se entiende la dura réplica de la administración de Lula que ha puesto al borde de la ruptura las relaciones con Bolivia.

El malestar brasileño se tradujo en un cuadro de gran tensión bilateral, que fue percibido con claridad por la mayoría de los líderes latinoamericanos y europeos que asistieron en los últimos días a la cumbre de Viena. En ese contexto, el canciller de Lula, Celso Amorim lanzó la advertencia más dura: afirmó que si Morales no compensaba las pérdidas que sufriría la estatal Petrobrás por la confiscación de sus bienes en el territorio boliviano, Brasilia retiraría su representación diplomática de La Paz.

"Si las inversiones son transferidas a un dueño diferente, deben ser compensadas", arremetió Amorim. En paralelo y con el respaldo del gobierno de Lula, los responsables de Petrobrás anunciaron que frente a la decisión de Morales de impedirles continuar con su trabajo en el país, la empresa optó por iniciar una demanda judicial ante los tribunales internacionales para que sean contemplados sus intereses.

Las amenazas brasileñas, sin embargo, sólo sirvieron para activar las posiciones más radicales de los funcionarios bolivianos. "Se dice que Lula está indignado, pero nosotros también podríamos estar indignados con las empresas que explotan nuestros recursos naturales", dijo Morales volviendo a la carga en su disputa con Brasilia. Y para no ser menos, a la situación se sumó el polémico ministro de hidrocarburos boliviano, Andrés Solíz Rada, quien aseguró que su país no participará del proyecto para la construcción del denominado "Gasoducto del Sur" mientras en el emprendimiento esté involucrada la "ilegal" empresa Petrobrás, un comentario que enardeció profundamente a los brasileños.

La escalada del conflicto entre La Paz y Brasilia ha sido tan pronunciada en las últimas horas al punto que hasta el propio Chávez intervino en el enfrentamiento advirtiendo de la posibilidad de que, si no se calman algunos ánimos, la situación termine en una guerra. "Ya le están pidiendo a Lula que mande una columna de tanques de guerra a rescatar el campo gasífero donde Petrobrás tiene sus operaciones", afirmó el venezolano respecto de supuestas presiones que habría recibido el mandatario brasileño para que su país le declare la guerra a Morales.

"Aquí algunos me piden que yo tome una acción dura contra Bolivia", dijo Chávez que le comentó Lula en privado y sostuvo que esos pedidos habrían sido formulados por sectores brasileños y funcionarios del gobierno de Estados Unidos.

Más allá de que los comentarios de Chávez fueron tomados con ironía en muchos sectores, que los enmarcaron en su retórica populista antinorteamericana, la posibilidad de una ruptura definitiva con Lula despertó una fuerte preocupación entre importantes organizaciones y fuerzas políticas de Bolivia, que han cuestionado duramente la actitud de Morales hacia los gobiernos de Brasil y Argentina por entender que no ayuda a la consolidación del proceso de integración latinoamericana.

"Me parecen irresponsables y preocupantes las declaraciones de Morales, ya que habla a nombre del estado y no transmite la idea de que, cualquiera sea la situación sobre los hidrocarburos, el país ofrece seguridad jurídica", dijo Carlos D'Arlach, senador de la principal fuerza opositora Podemos. "Cuidado que nos quedemos sin amigos o tan sólo con Chávez y su avión", agregó el diputado Wilman Cardozo en alusión a la polémica que desató en Bolivia el hecho de que Morales hubiera viajado a la cumbre de Viena en una aeronave prestada por Venezuela.

De hecho la aparente rol que habría tenido Chávez en el proceso de nacionalización de los recursos naturales bolivianos ha sido denunciado y cuestionado por el propio Lula, que hasta decidió tomar cierta distancia de los movimientos políticos del venezolano por entender que entrañan un profundo cuestionamiento al liderazgo natural de Brasil dentro de Sudamérica.

“Esa incomodidad que ha generado la actitud de Chávez fue expresada de manera inequívoca por el presidente Lula, porque dijo que llegó a decirle que colocaba en riesgo no sólo el gasoducto sino la propia integración regional”, admitió públicamente el canciller brasileño.