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01/07/2006 | Narcobaladas, narcocorridos y cumbias villeras

Elizabeth Peger

Polémica en América Latina por el auge de un género musical que desnuda al narcotráfico, la guerrilla y la delincuencia.

 

"Narcobaladas", en Colombia. "Narcocorridos", en México. "Cumbia villera", en Argentina. Tres estilos que definen un nuevo paradigma musical que hace furor entre las clases populares y los sectores más marginales de América Latina con sus ritmos pegadizos y con letras que desnudan el mundo del narcotráfico, la guerrilla y la delincuencia. Un nuevo género musical que recrudece el debate entre quienes pretenden su prohibición con el argumento de que sólo sirven para alentar la violencia y el delito, y aquellos que consideran que se trata de la expresión cultural de la población más vulnerable de la zona.

Las narcobaladas colombianas son las últimas que se han sumado al fenómeno inaugurado por los narcocorridos mexicanos y reformulado por las bandas musicales encolumnadas con la argentinísima cumbia villera. "Gracias a la coca" es el último hit que se escucha en el interior de Colombia, ensalzando la acción de narcotraficantes y guerrilleros contra el gobierno de Alvaro Uribe.

El tema, que varias emisoras se niegan a pasar por una prohibición expresa de las autoridades, relata con lujo de detalles la vida de Carlos Castaño hasta su ascenso a la jefatura de un grupo de paramilitares de ultraderecha, acusado de ser uno de los principales narcotraficantes del país y de haber cometido decenas de asesinatos. Incluso la canción cuenta la circunstancia en que Castaño decapita a un hombre al que considera el responsable de su propio padre.

"Son canciones acerca de lo que está pasando en nuestro país. Nosotros cantamos sobre los paramilitares, los guerrilleros y los narcotraficantes y a la gente le encanta", argumenta el músico Uriel Henao, autor de los conocidos éxitos "Hijos de la coca" y "Prefiero una tumba en Colombia (que una celda en Estados Unidos)".

En cambio, muy diferente es la postura de las autoridades y de algunos medios de comunicación. Allí advierten que las letras de las canciones y el diseño de los discos compactos, ilustrados con imágenes de cocaína, armas y hasta la figura del fallecido narcotráficante Pablo Escobar, sólo inspiran el trafico ilegal y el consumo de drogas así como las actividades de guerrilleros, secuestradores y delincuentes comunes.

Para resaltar el rechazo hacia los compositores, las autoridades recuerdan el estribillo de una canción del grupo los Hermanos Pabón, que textualmente dice: "Cambié el maíz por amapola y todo el café lo cambié por coca... todo lo que tengo ahora es gracias a la coca", y enumera el dinero, lujos, respeto y mujeres bellas como los grandes beneficios de involucrarse en el negocio de la cocaína.

El mismo debate se da en México, aunque el fenómeno allí lleva desarrollándose unos cuantos años más. "Somos la voz del pueblo; vivimos de la gente, y esta misma gente es la que nos pide los corridos. No estamos ni a favor ni en contra del narcotráfico; sabemos que es parte de la economía, y aunque quisiéramos que no existieron los peligros, los que deben educar a la juventud son los padres y las escuelas. Nosotros nos dedicamos simplemente al entretenimiento", se defiende el grupo Los Tucanes de Tijuana, representantes de la rama más polémica de la música mexicana.

Los corridos han formado parte de la tradición del país por más de un siglo, recordando figuras legendarias como Pancho Villa y Emiliano Zapata. Sin embargo, su nueva versión en la forma de narcocorridos es profundamente resistida por el gobierno mexicano, que prohibió su difusión en radio con el argumento de que era necesario tomar medidas contra una cultura a la que se acusa de idealizar el tráfico de drogas y las pandillas.

La actitud de las autoridades ha sido respaldada incluso por diversos músicos que no comparten el nuevo género. "Lo primero que un narcotraficante suele hacer luego de una operación exitosa es contratar a alguien para que le escriba un corrido sobre su hazaña", afirma Elijah Wald, un ex guitarrista de blues que ha escrito un libro sobre el tema. El músico asegura que, más allá de México, los narcocorridos han extendido su influencia a varios distritos de Estados Unidos cercanos a la frontera, como California, Texas, Florida.

Sin embargo no todas son voces críticas. El presidente de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), Víctor Hugo Rascón Banda, considera que los narcocorridos no corrompen la enseñanza porque siempre dejan como lección que la vida de los narcotraficantes acaba en tragedia y "termina en la muerte o el castigo como consecuencia". "La enseñanza para el niño es que no hay que andar en ese mundo (de las drogas), cuál es el problema, ninguno, pero aquí hay una gran ignorancia", indicó el escritor.

En Argentina un fenómeno similar se ha dado con el impactante auge de la denominada "cumbia villera", que surge para identificar a una música cuyos intérpretes y letras pertenecen al mundo de las "villas de emergencia", aquellos grupos de la población que se caracterizan por su bajo nivel socio-económico.

Los cantantes sostienen que ellos sólo hablan de lo que pasa en las villas, que muestran la realidad, le hacen las canciones a sus amigos que están presos, a sus mujeres que se entregan sólo por placer, a sus vecinos que deambulan todo el día por los pasillos de la villa drogados, borrachos y esperando el momento de poder robarle a alguien para comprarse droga y alcohol. Y también hablan de su enemigo "mortal y despreciable": la policía.
"El estereotipo del "villero" lo presenta como un negro, ladrón, drogadicto, sucio, vago, peligroso, borracho, ordinario y matón. Y las letras de las canciones hablan justamente de estos temas", explica la socióloga Catalina Sosa en un trabajo sobre el tema.

No obstante, lo interesante en la cumbia villera en Argentina es cómo ha ganado espacio entre las clases más acomodadas, convirtiéndose en el género musical que hace furor en las discotecas. "Gente de otros grupos bailan, se divierten, compran los discos y aprenden las letras, pero no se suman a la cultura del villero, no se identifican con ellos", describe la especialista.

También el gobierno local ha intentado oponerse a la difusión masiva de la música de los cumbieros, aunque no ha logrado los objetivos deseados. Los funcionarios más cercanos al presidente Néstor Kirchner consideran que se trata de un género que alienta a los jóvenes a volcarse hacia las drogas y a la delincuencia como única salida frente a su condición marginal.

Nuevo Digital (España)

 


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