A medida que se acercan los comicios presidenciales en México, la violencia política y social se va consolidando en la gran protagonista del crucial proceso electoral que definirá la sucesión de Vicente Fox. La polarización generada por la "guerra sucia" que envuelve a los principales candidatos ha sobrepasado ya los límites de la política, desatando un nivel de conflictividad social pocas veces visto en el país.

Los violentos episodios registrados la última semana en la ciudad de Oaxaca, donde más de 100.000 docentes que exigían mejoras en el sistema educativo fueron duramente reprimidos por efectivos policiales, constituye apenas una muestra del crudo escenario social que inunda la realidad mexicana. Sin embargo, no es el único caso.

Un incidente similar ocurrió a fines de mayo durante un enfrentamiento entre la policía y pobladores de la localidad de Atenco, muy cerca de la capital del país, en el que murieron dos jóvenes manifestantes y se registraron excesos en el uso de la fuerza pública que fueron reconocidos por las autoridades. Apenas unos días antes, un intento de desalojo de mineros que realizaban una huelga en una fábrica del estado de Michoacán dejó otros dos muertos y más de 80 heridos, en medio de un serio conflicto entre los sindicatos del sector y el gobierno.

Pese a la violencia que caracterizó todos los conflictos, la administración de Fox ha relativizado sus efectos concretos y hasta rechazó las especulaciones de algunos sectores acerca de la posibilidad de que la situación pueda poner en peligro el desarrollo de las próximas elecciones.

"Hay que ubicar los casos mexicanos en el contexto en el que se producen, pues no son las manifestaciones estudiantiles en Chile ni las de los suburbios de París", argumentó Rubén Aguilar, portavoz foxista, al minimizar la trascendencia de las disputas que el gobierno mantiene con diversos sectores sociales del país.

Sin embargo, reconocidos analistas, dirigentes opositores y la mayoría de los medios de comunicación locales han advertido del profundo cuadro de inestabilidad que generan los repetidos conflictos sociales, por lo que han planteado la necesidad de que las autoridades nacionales reaccionen a tiempo para contener la situación.

"Con las elecciones federales tan cerca, y con la amenaza aún más cerca de que el conflicto pudiera lesionar el proceso que ya de por sí se viene desarrollando en un clima oscuro, las demandas del sector docente constituyen hoy una verdadera bomba de tiempo", alertó este martes un editorial del diario mexicano La Vanguardia.

Desde la oposición priísta, el diputado Francisco Rojas acusó directamente a Fox de ser un "improvisado" que "no supo conducir al país por los cauces de la armonía social". "El gabinetazo resultó un fiasco; la ambición y la falta de coordinación lo anularon de inmediato y pronto se hizo patente la incompetencia y la falta de oficio. Por eso nos alarma que los conflictos que se viven se agraven y las elecciones sean pretexto para desatar la violencia y el caos en algunas regiones", advirtió el legislador.

A su vez, en una nota publicada por El Universal, el analista político Francisco Valdés Ugarte, de la Universidad nacional de México, consideró que la polarización política extrema está conduciendo "a una crisis orgánica del sistema político, económico y social" que, según dijo, si no es resuelta "hará sucumbir a la propia democracia". "En este período es necesario que los partidos aseguren que su eventual triunfo no significará una polarización de la sociedad que conduzca a la inestabilidad o la violencia, y que propongan compromisos de civilidad e integración en una dirección de concordia nacional", reclamó el analista.

El conflictivo escenario ha llevado incluso a la cúpula de la iglesia católica mexicana a plantear su profunda reprobación por el uso de la violencia por parte de las autoridades como mecanismo para contener las demandas de los sectores populares y los docentes del país. "Lo que ya insinuábamos antes ahora se confirma, pues detrás de la marcha de los maestros también están los malestares aglutinados de otros órdenes: hay muchas necesidades fundamentales no satisfechas y problemas no resueltos de hambre de justicia, paz y convivencia pacífica", afirmó el arzobispo de Antequera-Oaxaca,José Luis Chávez Botello.