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21/07/2006 | Reacción de los grupos extremistas islámicos ante la crisis desatada en el Oriente Próximo

Elizabeth Peger

Estados Unidos extrema medidas para controlar la actividad del terrorismo islámico en Sudamérica pero provoca un fuerte malestar en Brasil y Argentina.

 

Conforme se multiplica el temor internacional por la reacción de los grupos extremistas islámicos ante la crisis desatada en el Oriente Próximo, Washington ha decidido vigilar de cerca la situación en otras regiones del mundo donde se sospecha la actividad de bandas vinculadas a Hezbollah y Al Qaeda. Esa preocupación llevó en las últimas horas a la administración de George Bush a redoblar la presión sobre los gobiernos de Argentina y Brasil para crear una fuerza antiterrorista conjunta destinada a profundizar los controles sobre la polémica Triple Frontera sudamericana, en la que -según los informes de inteligencia norteamericanos- estarían actuando grupos dedicados a recaudar fondos para la financiación del terrorismo internacional.

La propuesta norteamericana, basada en una resolución de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, postula centralmente la conformación de una fuerza de tareas antiterrorista que actuaría en la frontera tripartita de Argentina, Brasil y Paraguay con el apoyo de los gobiernos locales. Su función sería la de vigilar los movimientos de los sectores árabes que residen en la zona y que estarían enviando fondos a fundaciones vinculadas con los grupos del extremismo islámico.

Sin embargo, la presión de Washington no ha caído muy bien entre las autoridades sudamericanas, y particularmente en el gobierno brasileño de Luiz Inacio Lula Da Silva, quien recibió con incomodidad la recomentadación de los legisladores estadounidenses y transmitió su queja a los responsables del Departamento de Estado.

Según informaciones difundidas por el diario Folha de Sao Paulo, el embajador brasileño en Washington, Roberto Abdenur, remitió diversas notas en nombre de Lula a la Casa Blanca solicitando explicaciones respecto de las sospechas de la Casa Blanca sobre la situación en la Triple Frontera.

Más diplomático, el gobierno argentino a través del ministro del interior, Aníbal Fernández, sostuvo en forma genérica que el presidente Néstor Kirchner está compremetido con la opinión internacional en el sentido de que con el terrorismo "no se puede negociar". No obstante, importantes funcionarios locales consideraron en reserva que es "un disparate" la propuesta planteada por el Congreso norteamericano, y remarcaron que se trata de una alternativa impulsada por la diputada de Florida y reconocida dirigente anticastrista, Illeana Ros Lehtinen.

"Nosotros ya trabajamos con Estados Unidos en forma permanente y con sentido cooperativo y racional desde hace mucho tiempo", admitieron en las cercanías de Kirchner.

Tanto las autoridades brasileñas como argentinas sostienen que a esta altura en la compleja zona tripartita que ambos países comparten con Paraguay "hay más agentes de la CIA que terroristas". Si bien reconocen que existen algunos sectores árabes apostados en las ciudades de Foz de Iguazú (Brasil) y Ciudad del Este (Paraguay) que están sospechados de tener vínculos con fundaciones que financian las operaciones del Hezbollah y Al Qaeda, consideran que el accionar de esos grupos está debidamente controlado por la denominada comisión "3 más 1", que fue creada en 2001 por los gobiernos de la región más Estados Unidos para coordinar conjuntamente las investigaciones sobre lavado de dinero.

En Washington, no obstante, hay algunas dudas respecto del funcionamiento de esa comisión. En marzo pasado la Casa Blanca alertó sobre las operaciones de comercio exterior y dentro del sistema financiero local que son utilizados por las bandas ilegales que operan en la Triple Frontera para lavar el dinero proveniente de maniobras ilícitas que posteriormente se destina al financiamiento del terrorismo islámico.

Al respecto, un informe difundido por el Wall Street Journal (contenido por suscripción de pago) señalaba que el gobierno norteamericano ha comprobado cómo los narcotraficantes, contrabandistas y falsificadores que operan en la zona limítrofe sudamericana recurren en forma sistemática a las operaciones de comercio exterior para blanquear el dinero que después es utilizado por las organizaciones terroristas con presencia global.

Nuevo Digital (España)

 



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