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14/08/2015 | Ciudad de M閤ico: este caos de siempre

Yuriria Sierra

Ninguna ciudad es perfecta. El crecimiento urbano de cada una depende de muchos factores. Por supuesto, el demogr醘ico es uno de ellos.

 

El incremento de la población hace que cada año las ciudades vayan pareciendo pequeñas, por eso es que comienzan a ejecutarse políticas públicas que deberían tener la finalidad de hacer de cada ciudad un espacio habitable. No sólo en las cuestiones obvias, como seguridad y desarrollo dentro de ese mismo espacio, sino también las más básicas como transporte y vivienda. Hay tantos ejemplos en el mundo de ciudades que están mejor que otras. Tenemos una urbe como Tokio, que pareciera un nudo de calles y trenes. Pero es una de las que cuentan con una movilidad eficiente. La gente se mueve a todos lados en tren. El transporte público se lleva de calle —literalmente— al privado. O Nueva York, París, Barcelona...
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La Ciudad de México es un claro ejemplo de una “planeación urbana” desastrosa. Una de las más grandes y habitadas del mundo, pero que cada año atraviesa por una nueva crisis de movilidad que se va sumando a la anterior. Hablamos de esto porque justo la coyuntura ha puesto en la agenda temas que se convierten en desafíos, en problemas a resolver, que parece que no están encontrando la discusión adecuada: la Línea 12 del Metro, la nueva línea del Metrobús sobre Reforma, el desnivel en Mixcoac, la remodelación de Masaryk, Uber y la pataleta de los taxistas convencionales. Eso, sin mencionar el anárquico crecimiento urbano en los polos de vivienda emergentes como “Nuevo Polanco” (en donde no hay una sola estación de Metro en varios kilómetros a la redonda) o el Corredor Cultural Chapultepec, que genera todo tipo de polémica y controversia. Más coches y más tráfico sin nuevas vialidades ni opciones de transporte público viable.

Mucho descontento ha traído también la remodelación de Masaryk: todo ha salido mal y no sólo no se “resolvió” el pesado tránsito vehicular del corazón de Polanco, sino que empeoró vilmente. El gasto millonario en los famosos bolardos de granito importado (que ya están destruyendo para poner postes metálicos en su lugar) y las carísimas banquetas (que también tendrán que “levantar” porque el cableado tampoco se hizo subterráneo, como se había prometido). Todo mal con Masaryk...

El paso a desnivel que se construye en Mixcoac costó la vida de cientos de árboles, tiene la finalidad de convertirse en un trayecto por el que los vehículos circulen sin altos. Así como el segundo piso que se levantó en Periférico: políticas para tener contentos a ese 30% de la población, que es la que utiliza el auto como principal transporte. Sólo 30% del presupuesto se destina a la gente que se mueve a pie, en transporte público o bicicleta, que cada vez gana más adeptos, pero no más espacios (ni cultura) para circular libremente.

Hace un par de días, Jorge Gaviño, el recién llegado director del Metro, hablaba de las deficiencias de este sistema de transporte: “Tenemos que tener terminada la terminal Aeropuerto cuando el nuevo Aeropuerto arranque para no crear problemas de movilidad importantes. Se mueven los pasajeros, las taquilleras, los que llevan los bultos, los que hacen la limpieza, la población de escasos (recursos) sufre cuando no se plantifica...”. Y lo dicho por él aplica para todas las obras que se planean y ejecutan en nuestra ciudad. Soluciones mal pensadas que en corto plazo demuestran sus deficiencias. ¿O el tráfico se redujo con el segundo piso sobre Periférico? ¿En la entrada a Santa Fe? ¿En las salidas a las carreteras? ¿Los habitantes se mueven mejor en la red del Metro? ¿En la del Metrobús? Todavía nos está costando adaptarnos a un servicio como Uber, pero así como en este caso y como en los anteriores se demuestra que la movilidad se negocia más por relaciones de poder que pensando en el verdadero beneficio. Y no es que las opciones deban estar una encima de otras, los derechos de todos (peatones, ciclistas, automovilistas y pasajeros) deben ubicarse a un mismo nivel. Una ciudad bien planeada no es la que se traza en planos y después se construye, sino la que al paso del tiempo y de sus diversas condiciones es capaz de ser funcional para sus habitantes.

Lo primero (lo que se tendría que haber hecho desde hace 30 años) es descentralizar la vida productiva, política y económica del país: todo se hace en el Distrito Federal. Y, simplemente, el DF ya no puede (ni debe) crecer más... Por lo menos, deberían mudar algunas Secretarías de Estado a Toluca o a Pachuca...

Excelsior (Mexico)

 



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