Los terribles sucesos ocurridos ayer en Ecuador nos dibujan un escenario peor que el de las más escalofriantes distopÃas literarias o cinematográficas. En un hecho sin precedentes, un grupo de narcotraficantes armados tomaron en vivo una televisora durante la transmisión de un noticiero, invadieron un campus universitario y luego un hospital, dejando un saldo de varios muertos y heridos.
Este hecho es una muestra del poder que ha adquirido el
narcotráfico y el crimen organizado en todo el mundo y particularmente en
América Latina. Estos grupos criminales ya no sólo operan en las zonas más
remotas o marginales, sino que ahora se atreven a desafiar abiertamente al
Estado y a la sociedad civil.
En el caso de Ecuador, el narcotráfico ha estado en
aumento en los últimos años, debido al incremento de la producción y el tráfico
de cocaína. Esto ha generado una escalada de violencia en el país, con
asesinatos, masacres y ataques a instituciones públicas.
Los sucesos de ayer son una señal de que el Estado
ecuatoriano está perdiendo el control de la situación. Las autoridades se han
visto incapaces de detener la expansión del narcotráfico y el crimen
organizado, esto está generando un clima de terror e incertidumbre en la
población.
Este escenario distópico no es exclusivo de Ecuador. En
otros países de América Latina, como México, Colombia, Perú y Honduras, el
narcotráfico también ha adquirido un poder enorme. Estos grupos criminales
controlan grandes extensiones de territorio, se benefician de la corrupción y
siembran el terror entre la población. De hecho, tras los eventos de ayer en
Ecuador, se mencionó que existe una sociedad entre los cárteles responsables de
la ola de violencia y los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva
Generación.
Es urgente que los gobiernos de América Latina tomen
medidas contundentes para enfrentar el problema del narcotráfico y el crimen
organizado. De lo contrario, la violencia seguirá escalando y el continente se
convertirá en un lugar cada vez más peligroso y caótico.
La fuga masiva de reclusos en Ecuador destaca el fracaso
de las instituciones encargadas de mantener la seguridad y la justicia. Este
episodio desgarrador pone de manifiesto la necesidad urgente de reformas
profundas que fortalezcan y descontaminen nuestras instituciones de la
influencia corruptora del crimen organizado.
El crimen organizado no reconoce fronteras. Es hora de
que los países latinoamericanos colaboren de manera más estrecha para abordar
este fenómeno como una amenaza regional. La cooperación en materia de
inteligencia, intercambio de información y estrategias conjuntas son esenciales
para enfrentar al enemigo común.
La infiltración del crimen organizado va más allá de la
violencia y la inseguridad. Desafía la misma esencia de la democracia. La
amenaza a la vida y la libertad de los ciudadanos socava los cimientos de una
sociedad justa y libre:
La ciudadanía debe despertar ante la magnitud del
problema. El crimen organizado prospera en la sombra de la indiferencia. Exigir
transparencia, rendición de cuentas y participación activa en la construcción
de una sociedad más justa es esencial para combatir esta lacra.
La lucha contra el crimen organizado no puede limitarse a
acciones represivas. Se necesita una estrategia integral que aborde las raíces
del problema, como la pobreza, la falta de oportunidades y la corrupción
sistémica.
Ecuador enfrenta hoy una pesadilla que se asemeja a un
guion apocalíptico, pero es esencial comprender que esta realidad no es
exclusiva de un solo país. El poder del crimen organizado es un monstruo que
amenaza a toda América Latina y su derrota requiere un compromiso colectivo y
una acción decidida.
Que los terribles sucesos en Ecuador nos sirvan como un
llamado de atención urgente. Es hora de confrontar la realidad que nos
circunda, reconocer la magnitud del desafío y unirnos como sociedad para
enfrentar este enemigo que amenaza la esencia misma de nuestra región.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/ecuador-o-el-despertar-de-la-distopia-en-vivo/1629344