Robert Gates, secretario de Defensa de Estados Unidos, se dirigía a los cadetes en West Point el 25 de febrero: Los militares (americanos) «deben prever sobre todo escenarios navales y aéreos... Cualquier secretario de Defensa que aconseje al presidente enviar fuerzas terrestres a Asia, África u Oriente Próximo deberá hacerse una revisión psiquiátrica». El conflicto libio estallaba dos semanas antes. El nombre de África no se pronunciaba al azar.
Según su nuevo Concepto Estratégico, la OTAN no puede actuar si no es con un mandato de Naciones Unidas. Una interposición de fuerzas (Peace Enforcement Operation, PEO) debe considerarse como una imposición de paz. Esa operación no necesita ser terrestre.
¿Se da en Libia una catástrofe humanitaria? No por ahora. Quizá por eso, tal como están hoy las cosas, sería difícil que el Consejo de Seguridad pidiera a la OTAN una intervención armada. Entre otras razones porque tal medida contribuiría a consolidar a Gadafi: la OTAN debería separar a dos contendientes, lo cual trabajaría a favor de Gadafi. Lejos de esa opción, de desembarco hollywoodiense, habría que apoyar con discreción a las facciones rebeldes.
Ante el conflicto libio, la OTAN es, sobre todo, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y España. Más que Alemania, Holanda, Polonia o Noruega. España tiene cinco modernas fragatas F-100 capaces de detectar las defensas antiaéreas sobre misil, necesitadas de radar.
Algo empieza a entreverse hoy, aunque todo esté envuelto en dudas. Gadafi parece tachado de la lista, fuera de la agenda internacional.
Las PEO deben graduar la presión militar, política y jurídica. Hoy estamos en el estadio más bajo. El Consejo de Seguridad ha dictado resoluciones unánimes: en la número 1970, votaron todos sus miembros, China y Rusia incluidos, a pesar de ser tenaces defensores del concepto de soberanía nacional. La Corte Penal de La Haya está en alerta; el dinero de la familia Gadafi en el exterior ha sido bloqueado; Interpol da orden de capturar al dictador, su familia y colaboradores, tan pronto salgan de territorio libio. ¿Trasladarle a Irán, Venezuela? Quizá Arabia Saudí sea un nuevo valedor de peso.
Lo hemos recordado aquí: en Libia no existe sociedad civil, ni partidos, ni asociaciones, ni prensa, ni parlamento, ni jueces: existe la exclusiva voluntad del que manda.
Libia no se convertirá en una Somalia del Mediterráneo. Tiene un bien precioso, el petróleo, que le dará cohesión y unidad durante los próximos 30 o 40 años. Ojalá le dé también alguna libertad y modernidad.
¿Puede cerrarse militarmente el cielo de Libia? Sí. Para la aviación americana y la US Navy, las operaciones no tomarían más de cuatro noches. La fuerza aérea de Gadafi, compuesta sobre todo de MIG rusos y Mirage franceses, es fácilmente neutralizable. El dictador es infinitamente rico, increíblemente cruel, y desde luego no tonto. Pero tiene un grave problema: al cabo de 42 años, se ha convertido en un mentiroso compulsivo. El 17 de febrero, al amanecer, los habitantes de Trípoli empezaron a oír fuego de artillería y ametralladora. No se inquieten, aseguró la televisión oficial, son salvas en honor de Gadafi.
