Ello no quita para que haya atravesado tiempos muy difíciles y aguantado los chaparrones de la sobreevaluación y las devaluaciones argentinas, de la pérdida de cambio del real brasileño; e incluso últimamente esté capeando el maremoto causado por el enfrentamiento entre Buenos Aires y Montevideo por unas plantas papeleras. Tras la firma del protocolo de adhesión de Venezuela

el Mercosur representa un 75% del PIB de América del Sur y 250 millones de personas. La nueva adhesión, que han de ratificar los respectivos parlamentos, debe ser una ocasión para reforzar este marco regional al que ahora aspira también a ingresar la Bolivia de Evo Morales.

No cabe esconder, sin embargo, que Chávez da este paso para ampliar sus relaciones internacionales y regionales, con la pretensión de dar a la organización un sesgo más político y antiliberal. Si algo puede aprender de la Unión Europea es que estas integraciones no han de ser ideológicas. El Mercosur es, ante todo, un tratado de liberalización comercial con un arancel externo común (razón por la que Chile es país asociado pero no miembro, dado su acuerdo bilateral con EE UU). Y de eso se trata, de fomentar el comercio y la competencia. La patronal venezolana ha protestado por no haber sido consultada sobre un acuerdo por el que Venezuela dispone hasta 2012, o en algún caso 2014, para desmantelar sus aranceles frente a sus nuevos socios. Es necesario que este tiempo se aproveche para aclarar cosas e incluso para que Chávez, si sigue ganando elecciones, se sosiegue.

El presidente venezolano ha dinamitado la Comunidad Andina so pretexto de que dos de sus miembros, Perú y Colombia, habían firmado acuerdos bilaterales con Estados Unidos. El Mercosur está siendo duramente cuestionado por algunos de sus integrantes, como Paraguay. Por el contrario, el argentino Kirchner ha hablado de "proyecto de alianza estratégica". Es hacia donde debe tender el Mercosur, si todos lo tienen claro y están de acuerdo.