Estos son días de ajetreo diplomático en nuestro país, porque están en Cochabamba ocho delegaciones extranjeras, que, con Bolivia, constituyen lo que ha venido a llamarse Alianza o Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) y que se ha conformado en uno de los más grandes logros de la política internacional de este Gobierno, que propugna una suerte de tratado de libre comercio de los pueblos, como una respuesta a los tratados de libre comercio (TLC) a los que abomina. Es una extraña teoría cósmica que afirma la conveniencia de meterse en la madriguera de los pobres antes que en los despreciables predios de los ricos.
Siguiendo la batuta del venezolano Hugo Chávez, S.E. tomó al vuelo la conformación del Alba, y se fueron reuniendo en su entorno algunas otras potencias económicas como Cuba, Nicaragua, Honduras, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda. Hay posibilidades de que se incorporen a la gran Alianza, otras naciones poderosas como Granada, Martinica, Jamaica, Guadalupe, y tal vez Argentina, si los Kirchner continúan en el poder.
De acuerdo con la rimbombancia chavista esta VII Cumbre del Alba se denominará “El amanecer de los pueblos” y el Lucero del Alba, como se puede suponer, será Chávez. Es la primera estrella que brilla en este firmamento cochabambino. Chávez se ha convertido —o pretende serlo— en el Protector de todo lo que está en los mares del norte de Venezuela y su influencia en Centroamérica es creciente. Sus enclaves bolivarianos en Sudamérica son Bolivia y Ecuador y aspira a capturar algunos más. En estas circunstancias Chávez es el mecenas, quien, en vez de patrocinar el arte y las letras, da petróleo o dinero en efectivo (cheques) a las naciones paupérrimas que se le arriman ladrando de hambre, pero que niegan aceptar limosnas, y que, además, se declaran dignas y soberanas.
¿Qué saldrá hoy de toda esta merienda de negros? Fuera del críptico Sistema Único de Compen- sación Regional (Sucre), una moneda de intercambio bolivariano que intentará desplazar al dólar y al euro en sus operaciones comerciales —¿qué locura, no?— muy poco más. Un nuevo triunfo de la diplomacia nacional sería que la moneda en cuestión se llame Pacha en vez de Sucre. Es un deseo de S.E. y algo hay que cederle al dueño de casa. Del Pacha está encargado el canciller Choquehuanca y el viceministro de Exportaciones y Comercio Interno, Huáscar Ajata.
Al espléndido anfitrión sus invitados le van a montar un show electoral de primera. Sería inconcebible que la muchacha díscola del Alba dejara pasar la oportunidad de alabar las extraordinarias condiciones de conductor de S.E. Imaginamos los vehementes discursos que vamos a oír a favor de don Evo Morales, donde se lucirá Chávez. No podremos huir de las peroratas en pro de Morales y en contra de don Álvaro Uribe y del gobierno de facto de Honduras. A propósito de Honduras, si el simpático de Zelaya no estuviera encerrado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, seguro que lo habríamos tenido entre nosotros para oír sus jeremiadas.
En todo caso, hoy sabremos qué decisiones han salido de esta VII Cumbre, y si ha valido la pena que S.E. haya elegido el Gran Hotel Cochabamba para tomar sus decisiones “como si se encontrara en el Palacio Quemado”. Aunque el resto del tiempo se lo pasa con los movimientos sociales, en su campaña electoral “poniéndose” con cheques chavistas, y volando en helicópteros ajenos, que se ha convertido en su vicio.
Dice La Razón que, además, en el Gran Hotel Cochabamba se ha montado un salón para que sesione el gabinete y que el despacho de S.E. está amoblado con los enseres que utilizó, en su escritorio, el insigne don Demetrio Canelas, fundador de Los Tiempos y “maestro del periodismo boliviano”. Ojalá que el espíritu de don Demetrio aplaque la ira de S.E. contra los periodistas.
Todo ha sido dispuesto para que un show de colores y sabores sea digno de los ojos del dueño del Alba y de la chequera: Chávez.
