Innecesarios han sido los desplantes que ha exhibido el presidente Evo Morales en su primer día de visita a Viena. Han sido los mismos desplantes que mostró en Bolivia — cuando era sólo un dirigente cocalero—, contra los gobiernos de turno, a los que insultaba con una lengua muy suelta, los acosaba cortando caminos y apedreando vehículos, les pedía cuentas por los 500 años de colonialismo a que habían sido sometidos los “originarios”, y amenazaba con echarlos por el barranco, lo que, con el tiempo, logró hacer.
Ahora que ha abrumado a sus desconcertados adversarios internos, S.E. está trasladando su aparatosidad verbal para atacar a los dignatarios y empresas del extranjero. Se ha referido de manera insultante al presidente Bush, ha puesto en situación difícil al presidente Toledo, y a Rodríguez Zapatero le pide, con sorna, que cumpla con doblar la cooperación de España y condonar la deuda boliviana. Pero, pide ayuda, y al mismo tiempo golpea sin miramientos, al extremo que Zapatero está en las fauces de sus adversarios del PP.
Cuando parecía que las negociaciones con Petrobras iban por buen camino luego de la reunión del miércoles, en La Paz, en 24 horas S.E. tira todo a la basura en Viena, diciendo que la empresa brasileña actuó “ilegalmente” en Bolivia. Y se hace contestar por el Canciller Amorim. Esto de Petrobras es muy grave, porque Evo Morales pone a su colega “Lula” da Silva, a merced de sus adversarios políticos, en una etapa preelectoral. Y “Lula” no sabe qué hacer porque no desea darle un revés a los que todos ya llaman nación pobre e ignorante. Hasta la presidenta Bachelet, con algo de pena y condescendencia expresa que no se debe “demonizar” a los bolivianos, que están tan mal. Eso produce Bolivia: lástima.
Pero, he ahí, que el día de la nacionalización de los hidrocarburos, S.E. se lanza un discurso guerrero, amenazante, de potencia fascistona. Sin motivo hace ocupar los campos y oficinas de las empresas por tropas militares. Todos se asustan. Pareciera que se viene una catástrofe sólo por esa forma “chavista” de decir las cosas. Con el presidente brasileño preocupado, llegan informaciones falsas de movimiento de tropas brasileñas hacia la frontera boliviana y Chávez le pone la cereza a la torta, cuando no descarta una invasión a Bolivia, alentada por la derecha brasileña. ¡Cómo disfrutaría Chávez si sucediera eso! El jueves, desde Roma, Chávez afirma que “Lula” le habría expresado que tenía presiones para tomar “una acción dura contra Bolivia”.
¿Cree Evo Morales que sus vecinos le van a aguantar toda la vida sus bravatas? ¿No sabe acaso S.E. que este es el país más débil de América del Sur y que no aguanta un papirote de nadie? ¿A dónde nos quiere llevar con su verborrea basta e inconsistente? Hablemos claro: aquí lo que falta no son más traductores que saquen las papas del fuego —al Vicepresidente se ha sumado el Ministro de la Presidencia— sino una diplomacia más eficiente. Sólo con un Canciller que se haga oír, las metidas de pata menguarían y dejaríamos la diplomacia que lee en las arrugas de los viejos. Porque nuestras sucesivas malcriadeces van a tener una respuesta que nos dejen fríos en cualquier momento. ¿Qué se puede esperar si Choquehuanca no tiene el menor relieve y el que viaja con S.E., encaramado en el avión venezolano, es el activista Pablo Solón? ¿El principal activista contra el TLC es también el principal asesor de S.E. en materia internacional? ¡Estamos fritos! La hostia sería que luego de la saludable renuncia de Llorenti a la embajada en Washington, se pida el placet para Solón.
El hecho es que esto se ha convertido en un menjurje internacional. Chávez tutela a Morales, a la vez que lo incita a lanzarse contra EEUU y Brasil. Chávez pelea con Perú y hace que Morales se distancie también. Morales por su lado hiere a España. Brasil demanda seriedad a Chávez y éste se ríe. Finalmente, Venezuela mete a PDVSA a Bolivia con el ánimo de suplantar a Petrobras. Y todo por una diplomacia hualaycha y absurdos desplantes de potencia continental.
*Manfredo Kempff Suárez
es escritor y diplomático.