Pero, señoras y señores, eso no es todo: hacía falta que apareciera en el escenario un payaso estúpido —de nombre Hugo Chávez— para gruñir, urbi et orbi, que sus vasallos deben “prepararse para la guerra”. ¿Contra quién? Pues, contra el vecino colombiano. ¿Por qué? Porque el presidente Uribe, en pleno ejercicio de sus facultades, va a permitir que fuerzas militares de Estados Unidos (de América) utilicen bases en el territorio de Colombia. Eso es todo. ¿Cuál es la amenaza, para Venezuela? Ninguna. Pero, el pretexto la ha venido como anillo al dedo al grotesco gorila “bolivariano” (pobre Bolívar, debe estar retorciéndose en la tumba).

A esta gente, a los déspotas, les encanta el tema de los balazos, los tanques, las bombas, la sangre y el sufrimiento. Fuera de la esperpéntica escaramuza entre Honduras y El Salvador, esa llamada “guerra del futbol”, ¿qué nación latinoamericana ha participado recientemente en aventuras bélicas? Cuba. Fidel mandó a sus muchachos a morir en Angola. Ganas no le faltaban tampoco de incendiar todo el continente pero, miren ustedes, una cosa es ir a guerrear al África —queda muy lejos— y la otra es armar camorra en las mismísimas narices de los denostados yanquis. Hugo Chávez, en su condición de aspirante y distinguido aprendiz, quiere ahora mostrar músculo —no le basta aplastar a la oposición en su propio territorio—, pero mucho me temo que si decide invadir Colombia (esa guerra que ya anuncia la tendría que comenzar él) entonces se le van a complicar mucho las cosas: el continente entero le daría las espaldas y ni su propio pueblo, por más embrutecidas que puedan estar las masas, lo seguiría en esa extravagante aventura. Así que, adelante señor, cave su propia tumba.

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