Con las encuestas ligeramente en contra, el exmilitar se esfuerza en dejar claro que el modelo político de Venezuela no es aplicable en Perú, a sabiendas de que su relación con el presidente Hugo Chávez es su talón de Aquiles
Ollanta Humala Tasso (Lima, 1962) saca energía de donde puede tras una
campaña para la segunda vuelta de las presidenciales que ha despertado viejos
rencores y en la que los rivales se han arrojado infinidad de dardos
envenenados. El candidato nacionalista hace el esfuerzo porque sabe que el voto
de los peruanos en el exterior puede ser decisivo ante el virtual empate técnico
que auguran los sondeos para las elecciones de mañana, en los que se medirá a
Keiko Fujimori, la hija de expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de
prisión por crímenes contra la humanidad. Ella aún no ha respondido a las
reiteradas peticiones de EL PAÍS para una entrevista.
El aspirante por segunda vez a la presidencia peruana habla con mucha calma,
mide las palabras pero al mismo tiempo dispara sus propuestas con bastante
seguridad. Su gesto es distinto del que tenía cuando este periódico lo
entrevistó en 2006 en Tacna, un bastión del nacionalismo peruano, cuando el
exmilitar aspiró por primera vez a la presidencia. Entonces tenía un aire más
marcial y parecía enojado con el mundo. Cinco años después tiene el ceño menos
fruncido. Tal vez tiene que ver con su viaje desde el radicalismo de izquierda
al centro político que Humala afirma haber hecho con total convicción. Sin
embargo, aún hay mucha gente que no se fía de su transformación y su rival no ha
dejado pasar un solo día sin atizar la relación de Humala con el presidente
venezolano Hugo Chávez. Este es el talón de Aquiles del candidato.
Pregunta. ¿Cuál es su relación con el presidente Hugo Chávez y con las
ideas que éste representa?
Respuesta. Es una relación como con cualquier otro presidente de la
región, como con Lula, Evo Morales... Es una relación de respeto mutuo y esto
implica la no injerencia en los asuntos internos de cada país. Además, hemos
señalado claramente que el modelo venezolano no es aplicable a Perú.
P. Sus críticos sostienen que su plan económico es tan ambiguo que no
garantiza que no supondrá el fin de la bonanza de Perú. ¿Cuál es su modelo?
R. Fortalecer el modelo económico dentro del marco de lo que es la
estabilidad macroeconómica y un manejo prudente del presupuesto. Pero recalcar
que este crecimiento debe llegar a los más pobres y para eso tiene que haber
políticas sociales claras y hay que resolver el problema de las pensiones. Hoy
tenemos 1,5 millones de peruanos con más de 65 años que han trabajado pero no
tienen pensión. Dentro de 10 años serán tres millones. Necesitamos resolver el
problema crónico de la desnutrición infantil, que en el área rural es el 60% y
30% en la urbana. Para eso tenemos un programa para dar desayunos y comidas en
los colegios públicos. Tenemos que resolver el problema de la asistencia
sanitaria. De las 195 provincias del país solo 139 tienen un hospital. Y la
mayoría de estos centros tienen entre 50 y 100 años de antigüedad. Esto requiere
construir más hospitales y modernizar los ya existentes. El sistema de atención
de urgencias ya colapsó, así que proponemos crear otro móvil. Tenemos que elevar
el presupuesto en educación y capacitar a los maestros. La educación de calidad
hoy es un privilegio, y no un derecho. Tenemos un grave problema de seguridad.
Tenemos un grave problema con el narcotráfico y ya somos el primer exportador de
cocaína del mundo. Hay que reforzar a las fuerzas de seguridad. Como verá,
nuestro programa económico no es ambiguo para nada. Lo que está en juego no es
el modelo económico, es la democracia. Nosotros vamos a respetar las
inversiones, continuar con lo bueno que se está haciendo en el país y procurar
que todo eso llegue también a los más necesitados.
P. ¿Qué responde a las acusaciones sobre supuestos abusos contra
civiles y el cobro de sobornos del narcotráfico durante su etapa como
militar?
R. Creo que estos ataques reflejan la desesperación de nuestro
adversario político. Son simples calumnias sin sustento. Si tengo en cuenta que
los datos que utilizan para formular esas acusaciones proceden de informes de
los servicios secretos y lo que publica el diario La República sobre las
escuchas ilegales a mí, a mi entorno; solo puedo concluir que son maniobras del
actual Gobierno para favorecer a Keiko Fujimori.
P. Una de las razones detrás de la mala distribución de la renta es la
ineficacia del Estado para estar presente en todo el país. ¿Cómo cambiará esta
situación?
R. Hay muchas políticas que deben revisarse en su totalidad. La de
infraestructuras, por ejemplo. Las inversiones en el interior del país son
escasas excepto en la industria minera. No hay carreteras, puentes, aeropuertos,
vías férreas... y eso desconecta la economía moderna de la costa de lo que son
los territorios andinos y la Amazonia, que son más del 70% de la superficie de
Perú. Hay que llevar las políticas públicas a esas mismas zonas donde 12
millones de peruanos viven excluidos del sistema y combatir la corrupción porque
1.500 millones de dólares del presupuesto público desaparecen cada año a raíz de
este flagelo. Es el 15% del presupuesto para el funcionamiento del Estado. Y
tenemos que cambiar el sistema que canaliza la inversión pública y para eso hay
que avanzar en la descentralización política y económica. Hoy las regiones y el
Gobierno central compiten para ver quién es menos capaz para gastar el
presupuesto en obras necesarias. Yo voy a viajar a menudo a cada rincón del país
para cerciorarme de que el Estado está allí y funciona.
P. ¿Qué propuestas tiene para los peruanos en el exterior?
R. Primero quiero decirles que este domingo voten con memoria. Votar
por el fujimorismo es avalar los crímenes del Estado y respaldar la corrupción
generalizada. Les recuerdo que Alberto Fujimori está considerado el séptimo
presidente más corrupto del mundo según Transparencia Internacional. Él solo
malversó 600 millones de dólares, dinero más que suficiente para financiar
pensiones para 120.000 beneficiarios por cinco años. Y para los tres millones de
peruanos que viven fuera les digo que vamos a abaratar el sistema de envío de
remesas que hoy están en manos de dos o tres empresas privadas. A aquellos que
quieran volver les digo que tendrán beneficios fiscales, créditos y que serán
tenidos en cuenta en los planes de vivienda que pondremos en marcha.