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20/03/2013 | El papa de ‘las Américas’

Carlos Duguech

No hay dudas sobre la notoria fuerza que el papado desde el Vaticano ejerce, no sólo sobre los fieles del catolicismo (apostólico, romano) sino sobre cuestiones de incidencia social en casi todo Occidente.

 

Volver la mirada al final de los noventa –enfocada en Berlín– es hallar dos protagonistas provenientes desde muy distintas vertientes, en un tiempo antagónicas: uno de ellos, Juan Pablo II, el Papa viajero y asumido en propiedad como Jefe del Estado Vaticano, y el otro, el más notorio y revolucionario líder de la poderosa Unión Soviética, Mijail Gorbachov. Cada uno, piqueta virtual y contundente en mano, demolieron el ominoso “Muro de Berlín”, esa grotesca pretensión del comunismo, símbolo de la incapacidad de la inteligencia humana de hallar soluciones humanas a los problemas humanos.


Hoy, con un nuevo pontífice, hay entre los fieles renovadas y lógicas esperanzas de un liderazgo espiritual que armonice con los basamentos de la institución Iglesia en tiempos en los que algunos de sus prominentes integrantes son cuestionados por no denunciar casos dentro de sectores de la Iglesia que hieren la sensibilidad humana. Pero, además, el nuevo Papa, según desde dónde proviniera, habría de incidir sobre espacios y relaciones internacionales más allá de lo exclusivamente confesional, que le es propio.


Primer efecto internacional

 
El Papa, que eligió para sí un nombre emblemático –Francisco– ya con sólo haber sido elegido en el cónclave cardenalicio, aún sin siquiera pronunciar palabra, generó un efecto internacional que este columnista quiere resaltar, por lo que considera altamente significativo. Para ello remite a las “Declaraciones del Presidente sobre su Santidad el Papa Francisco” difundidas por la Oficina del Secretario de Prensa de la Casa Blanca. Sigue el párrafo más significativo puesto en boca de Barack Obama: “Como el primer papa de las Américas, su selección también patentiza la solidez y la vitalidad de una región que influye cada vez más en moldear nuestro mundo y, conjuntamente con millones de hispano-americanos, nosotros los residentes de los Estados Unidos compartimos el júbilo de este día tan histórico”.


Esa expresión “de las Américas” más lo de “la vitalidad de una región” y la cita de ese conjunto formado por los “millones de hispano-americanos” viene a consagrar que “el primer papa sudamericano” (al decir de todos los sudamericanos y una buena parte del mundo) ha posibilitado que desde Estados Unidos se haga referencia entusiasta a una integridad americana, bienvenida por cierto, como consecuencia natural del “Papa de Las Américas”. Una reivindicación virtual de Sudamérica por Estados Unidos (a la que debe sumarse Centroamérica y el Caribe) por el simple y a la vez singularísimo hecho de que un cardenal de Argentina (Sudamérica, “Las Américas”) haya sido elegido Papa. Empezamos bien, aleluya.


Periodista argentino.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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