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17/11/2008 | ¿Están los Neoconservadores contra el Estado y sus normas?

Juan F. Carmona y Choussat

No.

 

No falla. Siempre que el socialismo anda corto de argumentos, lo que sucede con frecuencia, se ha puesto de moda cargar a la cuenta del neoconservadurismo todos los males desde la muerte de Abel. El último que se les atribuye es la ausencia de normas que se dice afecta al mercado financiero – horriblemente apodada desregulación –. Es mentira.

Resulta probable que el socialismo quiera achacar al liberalismo – que tampoco es el responsable – de la crisis actual, pero como las mentes contemporáneas asocian hoy con más facilidad la guerra de Irak – antes de la cual, como es notorio, el mundo siempre fue infinitamente feliz y socialista – a los neoconservadores, también es más sencillo vincularlos a las desgracias monetarias.

Sin embargo, es falso.

Vaya por delante que ni liberalismo ni neoconservadurismo abogan por desaparición alguna del Estado. Adalides de la economía libre como Hayek o Mises insistían en la necesidad de un Estado probo y eficaz sometido a la Ley y al Derecho. Así, el primero en Ley, legislación y libertad; y el segundo en título tan poco apropiado para eliminar al Estado de la ecuación como Burocracia. Pero el caso de los neoconservadores es aún más extraordinario puesto que no siendo economistas nunca han defendido ni la ausencia de normas ni la dimisión del Estado. Quizá quieran los socialistas referirse a los anarquistas, sin embargo no lo hacen, sino que acusan expresamente al neoconservadurismo de haber excluido al Estado de la regulación de los mercados. No es verdad. Es decir, es mentira. O sea, es una falsedad. Vamos, que no es cierto. http://www.libertaddigital.com:6681/opiniones/opinion_46110.html

Ha de precisarse que la regulación en sí misma, puede ser buena, mala, o regular. En el mundo contemporáneo la economía de los países desarrollados está desmesuradamente reglada y supone un coste notable para las empresas; tal gasto no siempre redunda en el bien común. La utilización de la crisis actual para multiplicar las normas y poner en manos del Estado más recursos no sólo no resolverá nada sino que amenaza con empeorar las cosas. No obstante, esa es otra cuestión. Se trata ahora de comprobar cómo miente el socialismo.

Para ello nada mejor que fijar la atención en una de esas instituciones olvidadas y aun afrentadas por el socialismo: la familia. ¿Cualquier familia? No. Una familia neoconservadora típica. La familia neoconservadora por antonomasia.

Gertrude Himmelfarb es una neoconservadora. Es profesora emérita de la Universidad de Nueva York y tiene ochenta y seis años. Ha escrito varios libros notables de historia, su disciplina. El último ha sido recientemente publicado en Inglaterra con el título Los caminos de la Modernidad.

El primer ministro británico Gordon Brown ha recuperado brillo a los ojos del “progresismo” contemporáneo. La razón es haber sido uno de los primeros y el más decidido impulsor de medidas intervencionistas. El hecho de que fuera invitado a París antes de la cumbre de los países del euro lo sacó del ostracismo en que le habían colocado las derrotas electorales de su partido. Desde que Blair no está en la guerra de Irak, el laborismo no hace más que perder elecciones. El país decía en su editorial del 17 de octubre:

El premier británico Gordon Brown, el triunfador político de esta crisis financiera gracias a sus planes de intervención bancaria en el Reino Unido, acudió a la cumbre con dos ideas claras: la estabilización financiera lograda con las políticas de intervención es sólo un primer paso, y el siguiente debería ser articular un sistema de supervisión financiera de ámbito europeo – y después global – para vigilar la solvencia de los grandes bancos.

Brown es pues un héroe redivivo de la planificación socializante y participará en todas las reuniones habidas y por haber sobre la materia. Este mismo Brown – sorpresa - ha escrito el prólogo de la edición inglesa del libro de Gertrude Himmelfarb.

La figura política destacada de la intervención apadrina por tanto a la que el diario británico The Independent llama la “decana de los neocons americanos”. ¿Desreguladores, antiestatistas? La verdad es algo más complicada.

Se da la circunstancia de que Himmelfarb, persona que une a sus conocimientos un gran talento literario, ha escrito enormemente sobre la sociedad victoriana y sus virtudes, destacando entre ellas la de la caridad. Pero una caridad que incluso procediendo del Estado no transformara la ayuda a los menesterosos en una eliminación de la responsabilidad, sino que fuera un incentivo a valerse por sí mismos.

Es cierto que se opone a cierta concepción exagerada del Estado de bienestar.

La objeción al Estado del bienestar viene no sólo de que suponga un incremento fuera de medida del Estado, sino de que es un mal uso del Estado. (…) Su ofensa real es que acaba menospreciando y desmoralizando a aquellos que caen bajo su no tan tierno abrazo.

Todo ello ha de estudiarse en el contexto adecuado. Irving Kristol, el llamado “padrino” del neoconservadurismo, y, a la sazón, tierno esposo de Gertrude Himmelfarb, lo cuenta así:

Los neocons no gustan de la concentración de servicios en manos del Estado del bienestar y están abiertos al estudio de alternativas para la prestación de estos servicios. Pero se inquietan ante la noción de Hayek de que estamos en un ‘camino de servidumbre’. Los neocons no sienten ese tipo de alarma o ansiedad ante el crecimiento del Estado en el siglo pasado, y lo ven como natural, de hecho, inevitable.

Esta percepción tiene su explicación en los orígenes de la idea. Entonces Daniel Bell, un sociólogo “progresista”, se indignaba ante la tendencia reinante en 1965 contra la automatización en la fabricación de automóviles. Lo hacía por basarse en criterios exclusivamente ideológicos, carentes de razonamiento.

Dan, que sabía más economía que yo – confiesa Kristol – estaba furioso por la ignorancia elemental que este episodio revelaba, la ignorancia acerca de cómo un sistema económico se las apaña ante la innovación.

En las elecciones de 1972 Daniel Bell siguió votando por el Demócrata McGovern, que había orientado el partido hacia la izquierda, lo que le llevó a una derrota descomunal ante Nixon. Sólo más tarde, en 1976, Kristol se decidió a dedicar un año sabático al estudio de la ciencia de los recursos escasos. Esto le llevó a proponer lo que llama “economía del crecimiento” (crecimiento de bienes privados y públicos) esencialmente fundada en la curva de Laffer o la convicción de que la disminución del tipo impositivo redunda en el aumento de los recursos del Estado. Es decir, más Estado, no menos.

De modo que por resumir en expresión del propio The Independent, nada sospechoso de ser neoconservador, el matrimonio Kristol-Himmelfarb no es activista de ninguna desregulación ni de la extinción del Estado o la política, sino que lo que pretenden es actuar en la línea de la Ilustración británica que pone en equilibrio:

(…) la economía de laissez-faire de La Riqueza de las Naciones (de Adam Smith) con el altruismo social de su Teoría de los Sentimientos Morales. Ofrece el sentido moral que es esencial para el progreso social.

Para cerrar el ciclo, ideológico y familiar, William Kristol – hijo de Gertrude e Irving – es hoy el editor de la revista The Weekly Standard en la que ha defendido los planes de intervención recientes, que ponen en manos del Estado norteamericano un poder incalculable, con entusiasmo.

De modo que se podrá estar de acuerdo o no con Gordon Brown, triunfador político de la crisis, quien considera a Himmelfarb una “guía moral” a la par que alaba y prologa su libro, pero acusar a los reguladores de desreguladores es mentira.

Se suele atribuir apócrifamente al victoriano De Quincey la siguiente frase basada en un texto suyo:

Se comienza por cometer un asesinato y se acaba no ayudando a una viejecita a cruzar la calle.

Así es el socialismo: alaba a un primer ministro, y atiza en su lugar a una ancianita judía.

Juan F. Carmona Choussat es Licenciado y Doctor en Derecho cum laude por la UCM, Diplomado en Derecho comunitario por el CEU-San Pablo, Administrador civil del Estado, y correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Su libro más reciente es "Constituciones: interpretación histórica y sentimiento constitucional", Thomson-Civitas, 2005.

 

Grupo de Estudios Estratégicos (España)

 



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