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10/05/2010 | Mexico - La delincuencia nos vigila

Jorge Chabat

¿Cuánto vale la historia de su vida? ¿Cuánto vale saber su nombre, domicilio, teléfono (celular y de casa), RFC, CURP, patrones y niveles de consumo y tal vez otros datos personales como enfermedades padecidas, nombre del cónyuge, hijos (incluidas las escuelas a la que asisten) padres, etc.? En fin, ¿cuánto vale la información de lo que es usted? Obviamente, depende de qué tan atractivo sea su perfil para la delincuencia, pero de que vale algo, vale.

 

Y por eso dicha información se vende al mejor postor. Los reportajes de María de la Luz González publicados la semana pasada en EL UNIVERSAL revelan con claridad la vulnerabilidad en la que vivimos los mexicanos porque nuestra información personal está al alcance de quien pueda pagarla. Y el asunto no sólo abarca a instituciones oficiales, sino también a instituciones privadas, como los bancos, los cuales al parecer tampoco tienen mucho control sobre la información de sus clientes. En el fondo, obviamente, esta situación refleja la ausencia de controles sobre la información personal por parte de las autoridades gubernamentales.

Se puede especular si la disponibilidad de esta información vulnera la seguridad nacional. Es difícil afirmarlo hasta ahora, aunque la posesión de la lista de los miembros de las corporaciones policiacas en manos del crimen organizado podría eventualmente ser una amenaza a la seguridad nacional. Pero no hay que ir tan lejos para ilustrar la gravedad del asunto. La posesión de esta información por parte de la delincuencia es en sí misma un amenaza muy seria a la seguridad de todos y cada uno de los mexicanos. El acceso a dicha información abre la puerta a todo tipo de extorsiones por parte de los criminales. Por ello, no resulta raro que en algunos de los casos de secuestro y extorsión, los criminales afirmen con convicción que saben dónde viven sus víctimas, o los familiares de éstas, y que pueden hacer realidad sus represalias en el momento que quieran. Y probablemente sea verdad. Ciertamente, un mundo nos vigila… es el mundo de la delincuencia.

Una consecuencia inmediata de este escándalo será el aumento de la desconfianza a la hora de proporcionar datos personales. Ello, lógicamente va a llevar a que los mexicanos mientan cada vez más a la hora de dar datos personales o que simplemente no los actualicen. Hace alrededor de dos años contraté una línea telefónica “nueva” con Telmex que de nueva no tiene nada. Evidentemente era propiedad de alguien que tenía una vida social muy activa y al parecer una abultada cartera vencida con diversas instituciones de crédito, las cuales llaman sin cesar para cobrar deudas atrasadas. Es claro que el anterior, tal vez los anteriores propietarios de la línea telefónica nunca avisaron de su cambio de teléfono. Y dadas las actuales circunstancias de filtración de la información, probablemente ésta sea la actitud más racional, independientemente de que uno esté en el buró de crédito o no. Por ello, no debe extrañar que la población no quiera registrar sus datos en el registro de teléfonos móviles o que dé nombres falsos al mismo. Y muy probablemente la información contenida en el padrón electoral presente los mismos problemas: personas que no han avisado de su cambio de domicilio, datos incompletos, tal vez falsos. En fin, en el fondo lo que tenemos es una situación paradójica: un amplio esfuerzo de instituciones gubernamentales y no gubernamentales para captar información personal de los ciudadanos, pero con serias dudas sobre la confiabilidad de la misma debido a la desconfianza que genera la incapacidad de controlar la difusión de dicha información.

La pregunta que está en el aire es si después de este escándalo la autoridad hará algo. Y la verdad es que en este punto es difícil ser optimista. La capacidad de investigación de las procuradurías está más que puesta en duda. Desde el caso de las dos “güeras” en el secuestro y asesinato de Fernando Martí hasta la muerte de la niña Paulette Gebara cuyo cadáver “apareció” de repente como venida de la dimensión desconocida, el panorama que presentan nuestras instancias de procuración de justicia es patético. Ante ello, lo que seguramente vamos a ver es más desconfianza a la hora de que los mexicanos den sus datos personales, hasta llegar al punto en que todos los mexicanos circulemos con identificaciones que no contengan un solo dato verídico. Un gran avance.

jorge.chabat@cide.edu

*Analista político e investigador del CIDE

El Universal (Mexico)

 


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