La Iniciativa Mérida confirmó que el gobierno estadounidense va a destinar una ayuda en equipo por valor de mil 400 millones de dólares en los próximos tres años. Por lo pronto, Bush ya solicitó 500 millones de dólares para el primer año. Ciertamente, el que EU ayude a México para el combate al narco no es nuevo. Lo ha venido haciendo desde los años 90. Sin embargo, lo que sí es nuevo es el monto que representa un incremento gigantesco frente a los 40 millones de dólares anuales que se venían recibiendo.

¿Cuáles son las razones para este cambio histórico? ¿Qué ocurrió en la relación México-Estados Unidos para que se diera este viraje? En primer lugar, tenemos que a partir de 2005 México ha experimentado un incremento extraordinario en la narcoviolencia, que hizo que los focos de alarma se prendieran en la Casa Blanca. Al mismo tiempo, la preocupación por la violencia del narco en nuestro país también se incrementó desde 2005, lo cual hizo que en el gobierno de Calderón se pensara en buscar opciones para enfrentar de manera más eficiente la amenaza del crimen organizado. En segundo lugar, es evidente que las tradicionales reticencias mexicanas frente a una colaboración cercana con EU han venido disminuyendo con el paso del tiempo. Este es un fenómeno muy claro desde el gobierno de Zedillo y ello se debe en buena medida a una transformación de la percepción de EU entre la población mexicana, como lo sugieren las encuestas CIDE-Comexi de 2004 y 2006. En tercer lugar, es muy probable que los operativos policiaco-militares contra el narco desplegados por el gobierno de Calderón, así como las extradiciones de varios capos mexicanos de la droga hacia EU hayan sido un factor fundamental para generar algo que ha estado ausente en la relación entre ambos países en el pasado y que ha sido fuente de conflictos: la confianza.

Es evidente que la ayuda otorgada por EU a México en la Iniciativa Mérida refleja un alto grado de confianza de la administración Bush en el gobierno de Calderón. Dicha ayuda hubiera sido impensable a mediados de los 80, cuando ocurrió el asesinato de Camarena a manos de narcotraficantes/policías mexicanos, o en 1997, cuando la relación entre ambos países se cimbró a raíz del arresto del comisionado del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, el general Gutiérrez Rebollo.

Ahora bien, ¿cuáles son las limitaciones de esta iniciativa y qué se puede esperar en términos de combate al narco en los próximos años? Por un lado, es evidente que el combate al crimen organizado no es sólo un asunto de recursos, pero sí es un asunto de recursos. Si se quiere tener la tecnología de punta para no rezagarse frente al narco, hay que invertir mucho dinero en ello. En ese sentido, el acuerdo de colaboración con EU va bien dirigido, aunque es sólo una pieza de la maquinaria que se necesita para enfrentar este fenómeno. El gobierno mexicano debe, además, hacer las reformas necesarias para abatir la impunidad y la corrupción en las fuerzas de seguridad. Si ello no se hace, la efectividad de la ayuda estadounidense va a ser muy limitada. Por otro lado, hay que tener muy claro qué es lo que esta ayuda puede resolver y qué no. El apoyo de EU va a mejorar las capacidades del gobierno mexicano para combatir el narco, lo cual, si se toman las otras medidas necesarias, llevará a que este fenómeno presente niveles menores de violencia y eventualmente se convierta en un problema de seguridad pública, no de seguridad nacional como es ahora. El narcotráfico no va a desaparecer pero sí puede ser un problema de menores proporciones.

No cabe duda que la lucha contra el narco no es fácil y que falta mucho para que éste deje de ser una amenaza de primer orden. Si las cosas se hacen bien, es probable que esta meta se logre después de varios años, y en ello la colaboración con EU y otros países va a ser parte de la solución. Por lo pronto lo que queda claro es que la relación con Washington ha experimentado una mejoría notable y que estamos a punto de abandonar la era de la desconfianza entre ambos países. De lo que se haga a ambos lados de la frontera depende que esta tendencia se mantenga.

jorge.chabat@cide.edu

Analista político e investigador del CIDE