Tras una semana jalonada de cientos de arrestos, el régimen egipcio ha recurrido al puño de hierro para abortar cualquier protesta pacífica contra el presidente Abdelfatah al Sisi. Un imponente despliegue policial bloquea la llamada a manifestaciones masivas.
Los caminos ya no conducen a Tahrir, la plaza cairota que
en 2011 venció a Hosni Mubarak y durante los años siguientes fue el corazón de
las aspiraciones de millones de almas. Un imponente despliegue de seguridad ha
cerrado este viernes los accesos al kilómetro cero de las revueltas. Tras una
semana jalonada de cientos de arrestos, el régimen egipcio ha recurrido al
"puño de hierro" para abortar cualquier manifestación pacífica contra
el presidente Abdelfatah al Sisi.
El empresario egipcio Mohamed Ali, que ha agitado a la
oposición desde su exilio en Barcelona, había convocado este viernes protestas
contra el mariscal de campo. En un vídeo difundido a última hora de este
jueves, Ali instó a sus simpatizantes a liderar "una revolución
pacífica" evitando concentrarse en Tahrir, blindada por un despliegue de
furgones policiales, agentes de paisano y microbuses. "Todas las calles y
plazas son Tahrir. Salid de todas las mezquitas después del sermón del
viernes", exhortó quien desde principios de este mes ha ido denunciando
las presuntas corruptelas del régimen.
Pero un vasto muro policial ha impedido cualquier
movimiento a la disidencia, debilitada por las redadas y los arrestos
perpetrados por las autoridades desde que el pasado viernes una insólita oleada
de protestas exigiendo la renuncia de Al Sisi tomaran las calles en El Cairo,
Suez o Alejandría. Desde hace días, los agentes vigilan a los transeúntes en el
centro de la capital registrando pertenencias y revisando telefónicos móviles
en busca de contenido político.
Derechos humanos
Alrededor de 2.000 personas han sido detenidas desde el
pasado viernes, según diversas organizaciones de derechos humanos que
proporcionan asistencia legal. No obstante, la fiscalía pública egipcia indicó
a última hora del jueves que "no más de un millar de personas" han
sido detenidas e interrogadas por participar en protestas que "tratan de
conducir al país hacia el caos". Desde Ginebra, la Alta Comisionada para
los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, han reclamado que
"todos aquellos detenidos por el ejercicio de sus derechos deberían ser
puestos en libertad inmediatamente".
Pequeñas protestas opositoras se han registrado en Al
Warrak, una humilde isla en el norte de la capital egipcia, y en las ciudades
sureñas de Luxor y Qena. Los participantes han gritado "Vete, Balaha"
(Dátil, en árabe, y el mote que recibe el presidente entre sus detractores);
"El régimen quiere la caída del régimen" y "Pacífico,
pacífico". Frente al dispositivo de seguridad que ha bloqueado las
protestas gubernamentales, los partidarios del presidente han podido
concentrarse sin mayores obstáculos en el barrio de Medinat Nasr, en las
afueras de El Cairo.
"Todos contigo"
Una caravana de autobuses ha ido descargando a sus
seguidores en sus inmediaciones. En una demostración de evidente previsión, al
caer la tarde los asistentes han sido agasajados con un espectáculo de música
en directo desde un escenario instalado para la ocasión bajo un cartel con el
rostro del caudillo y el lema "Todos contigo". Pertrechados de
enseñas egipcias y al clamor de "Viva Egipto", varios miles han
entonado canciones patrióticas y bailado en loor de Al Sisi.
Los festejos han arrancado, en realidad, a primera hora
de este viernes cuando el presidente ha aterrizado en el aeropuerto de El Cairo
tras su participación en la Asamblea General de la ONU, desde donde culpó al
"islam político" de alentar las protestas. A pie de pista, Al Sisi ha
sido recibido por ministros, periodistas y seguidores. El 'rais' ha reprendido
a los presentes por haber madrugado en una jornada festiva. "No merece la
pena. El pueblo egipcio es consciente. No os preocupéis por nada", ha
murmurado.
Poco después, en un vídeo publicado en su página web, ha
vuelto a acusar a "algunos medios de comunicación" de presentar una
"imagen que no es cierta" y ha denunciando "las mentiras"
publicadas recientemente, en una alusión velada a las denuncias que le dirige
el empresario exiliado en España. "Somos fuertes. El país es fuerte
gracias a ti", ha agregado el presidente tras una semana de incertidumbre
en la que Al Sisi ha optado por evitar las declaraciones públicas sobre la
cadena de manifestaciones.
Advertencias contra el "caos"
Desde los canales de televisión locales, controlados por
el aparato de seguridad, se han lanzado continuos mensajes de apoyo a Al Sisi y
advertencias contra el "caos" agitando conspiraciones. Los sermones
en las mezquitas han alertado, a su vez, de "la desinformación que puede
destruir las sociedades".
La agitación que vive el país más poblado del mundo árabe
es resultado de una explosiva acumulación de factores. "La combinación de
una austeridad que ha dejado a al menos un tercio de los egipcios en la pobreza
y la aparente corrupción oficial con un presidente que admite construir
palacios mientras pide a los egipcios que se ajusten el cinturón y 'pierdan
peso' en respuesta a las quejas por la subida de los precios de los alimentos
resulta exasperante para muchos y ha ayudado a movilizar a los manifestantes y
a obtener la simpatía de muchos otros", apunta a este diario Timothy
Kaldas, investigador del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio.